538 - Cadenas
Sal de la noche, que la aurora llega
fiel como ayer, y como ayer radiante;
la ruina que contemplas, humeante,
es la ruina del trigo tras la siega.
La muerte no es rotunda, se doblega
ante afán de vivir beligerante,
si en ti radica obstinación de amante
verás cómo la sombra se repliega.
Hay tanta luz, colores que no vemos,
por amarrarnos tanto a los extremos
del pesar, de la duda, del temor.
¿Por qué insistir en inventar cadenas,
si en la corriente roja de las venas
fluye libre y dinámico el amor?
Los Angeles, 11 de noviembre de 2001