581 - Mujer junto al mar
De soledad la tarde se reviste,
y en silencio la noche se avecina;
se hunde en azul, rozando la colina,
rojizo sol. Gime la brisa, triste.
Leve oleaje en su murmullo insiste,
tenuemente la luna se ilumina,
y nadie ve, mujer, la aguda espina
en el alma que vanamente diste.
Cierras los ojos, resistiendo el llanto,
pero se impone el duro desencanto,
y hay dentro lágrimas de sangre amarga.
Ajena a la belleza de la escena,
lloras, y nadie ve cómo envenena
tu corazón tan insufrible carga.
Los Angeles, 27 de febrero de 2002