59 - La boca
Florecen mis palabras temblorosas
en susurros, en gritos y en canciones,
y se te ofrecen en invocaciones
como manojo de fragantes rosas.
A veces suaves, nunca rigurosas,
como pétalos, sí, no como harpones;
razonadas quizás, o sin razones,
diáfanas, o un tanto nebulosas.
Nunca sabré cómo has de recibirlas,
y es posible que brote un balbuceo,
y es posible que no logren salir.
Pero aunque no consigas percibirlas,
mis labios te hablarán de mi deseo,
y húmedamente te han de persuadir.
Los Angeles, 25 de noviembre de 1997