608 - No te quiero soñar
Nunca tus rasgos flotan en mi sueño
indagando mis íntimas guaridas;
sólo hay sombras sin piel, desconocidas,
que por frías y anónimas desdeño.
Al despertar, reapareciendo dueño
de mi razón y voluntad dormidas,
grácil bajo mis párpados anidas,
como la llama que se aferra al leño.
No te quiero soñar en inconsciencia,
sólo en desvelo, porque tu presencia
deviene más real, menos ficticia.
Y me parece que tu amor lejano
sobre mí extiende el roce de tu mano,
que a través de la mía me acaricia.
Los Angeles, 28 de marzo de 2002