645 - Amanecer en Teverga
Se desborda la luz en las cortinas,
y persiste el abrazo adormecido,
aunque la última sombra ha dimitido
desvaneciéndose por las esquinas.
Pero aún vive la noche en tus retinas,
cada párpado un pétalo vencido,
y en su niebla de sueños sumergido
el recuerdo de ayer arremolinas.
El día no te niega un nuevo gozo,
pero cada hora que huye es un sollozo,
y por eso te impides despertar.
Duerme, mujer, mientras te abrazo y velo,
manténme vinculado, mientras vuelo
por el silencio azul de tu soñar.
Los Angeles, 17 de junio de 2002