648 - Superación
Te acaricié con mano lacerada
por relieves extraños, por estrías
talladas en tu piel en otros días
por otra piel también enamorada.
Llegaron al umbral de tu mirada
mis ojos, y en las hondas galerías
de tu alma, otras pupilas, no las mías,
amenazaban súbita estocada.
Repetí mis caricias insistente
hasta volver tu piel, pura, inocente,
sin otros rastros que mis propias huellas.
Y te miré hasta que la sombra ajena
palideció y se fue, y hoy estás llena
sólo de mí, sin dudas ni querellas.
Los Angeles, 24 de junio de 2002