647 - Razón y voluntad
Tenía una sonrisa tan desnuda
que al mirarla, perplejas y envidiosas,
desprendían sus pétalos las rosas,
quedando el tallo en mueca fría y muda.
Tenía esa mirada azul que anuda
placidez e inquietud en luminosas,
inmóviles descargas, tan gozosas
como impregnadas de dolor y duda.
Y una reserva tal de amargo llanto,
y una alegría tal, y un tal encanto,
y tan dinámica sensualidad,
que sin titubear me uní a su vida,
y en la distancia, o junto a mí tendida,
me di, se dio, razón y voluntad.
Los Angeles, 23 de junio de 2002