662 - Purificada
Revélanse en el ceño de tu frente
viejos recuerdos, mil evocaciones,
amparándose en sombras y rincones,
olas que baten contra tu rompiente.
Calcinaré como un hierro candente
esa piel arrugada en decepciones,
originando hipnóticas visiones
de las que el alma en luz no se arrepiente.
Las aguas cenagosas han cedido,
y una nueva inocencia se ha ceñido
en torno a ti en flamígera espiral.
Luminosa y desnuda la memoria,
sin el lastre de ayer y de su escoria,
transparente será como el cristal.
Los Angeles, 6 de agosto de 2002