663 - El leño
Cada golpe del hacha en el madero
canta un requiebro a la futura llama;
ya no será raíz, tronco ni rama,
sino impulso en el fuego prisionero.
Alas y lenguas en tropel ligero
le han de brotar, dinámica amalgama
que bate y lame y lúbrica derrama
entre cenizas su vigor entero.
Déjame arder hasta que en ti se enreden
mi luz y mi calor, y exhaustos queden
en la quieta penumbra de tu hogar.
Lánguida, inerme, frente a mí tendida,
en ese claroscuro en que la vida
parece desistir de caminar.
Los Angeles, 11 de agosto de 2002