72 - Encadenada
Esta mañana amanecí a tu lado
despertando del sueño a la ilusión;
y las alas de la imaginación
en manos de ternura he transformado.
Sorprendióme tu entrada desarmado
tras los muros del alma y la razón,
llevándote de mí, como ladrón,
el sosiego que yo había logrado.
Habiendo sopesado la evidencia
de los actos pasados, que aún cometes,
tu culpabilidad se ha decidido.
A cadena perpetua es la sentencia,
con un solo eslabón, dos brazaletes,
uno en mí, y sin opción para el olvido.
Los Angeles, 8 de febrero de 1998