78 - Las Cariátides
Me ha levantado el tiempo un edificio,
templo a un amor que sin cesar florece,
y en él mi corazón canta y ofrece
sobre el altar eterno sacrificio.
Las cariátides en el frontispicio
son recuerdo, no más, que permanece
de un pasado que se rejuvenece
mirando al porvenir con buen auspicio.
Esas mujeres, adoradas antes,
no aspiran ya el aroma del incienso,
ni tienen su lugar al interior.
Fueron quizá, mas ya no son amantes,
porque ahora hay una sola en la que pienso,
la que me entrega su íntimo temblor.
Los Angeles, 1 de marzo de 1998