787 - Pérdida
Se me perdió en los lindes del olvido
cierta noche de abril, cuando las rosas
contraen sus corolas temblorosas
para estallar cuando haya amanecido.
En realidad, se había ya perdido
por sendas forasteras, tortuosas,
y yo perdí, al perderla, tantas cosas,
que me quedé en silencio, oscurecido.
Volvió su voz, mas con extraño acento,
regresó la mirada en vano intento
de transmitir su luz desvanecida;
y el tacto era temblor y titubeo.
Hoy es la sombra lo único que veo,
y sólo siento el pulso de la herida.
Los Angeles, 23 de mayo de 2003