828 - Brindis
Mejor a la intemperie y en la estera,
como perro en quietud, que haber venido
a este banquete en que se sirve olvido
en tan ásperas copas de madera
Si no me permitís quedarme fuera,
dadme sangre a beber, de árbol caído,
en cáliz de dolor enrojecido,
brindando hasta caer por la escalera.
He de embriagarme alerta, recordando;
si mis pies se trabaran, tropezando
y en claridad de mente avanzaré.
Mas sin cerrarme a ayer sordo ni ciego,
lo que un día viví, no me lo niego,
parte de mí será como lo fue.
Los Angeles, 12 de julio de 2003