829 - Resurgimiento
Te miraré otra vez, y habrá una lenta,
frágil indecisión en tu mirada;
tal vez ruede una lágrima callada,
aunque tu voluntad no lo consienta.
Una lágrima afable, que se asienta
entre mis dedos, cuna sosegada,
leve caricia de alma desmayada,
tímida a la sonrisa, aunque lo intenta.
Desaguará la tarde en mudo abrazo,
mientras mi propia lágrima disfrazo
en tu mata de pelo, sobre el hombro.
En la bucólica hora temblorosa
que precede a la noche, habrá una rosa
pugnando por brotar en el escombro.
Los Angeles, 16 de julio de 2003