84 - Desde lejos
Tengo el deseo de llamarte mía,
y conozco ser ese tu deseo;
porque en tí espero, te amo y en tí creo,
he de seguir pensando en ese día.
Aunque hay fuego en el alma, tengo fría
la piel, que no te roza, y sólo empleo
mis labios en llamar con balbuceo
tu nombre, que es mi sola melodía.
Cuando mi mano exploradora llegue,
internándose en tí, resuelta y suave,
me vendrá tu calor por oleadas.
Tu temblor seré yo quien lo sosiegue
al abrir tu candado con mi llave
y tomar posesion de tus moradas.
Los Angeles, 21 de marzo de 1998