840 - De nuevo
¿Olvidará mi mano la distante
curvatura sutil de tu mejilla,
y el surco de tu llanto en el que brilla
trémulo el duelo del postrer instante?
Qué larga es la partida. Hacia delante,
interminable espada que acuchilla,
y hacia atrás nave de oro, cuya quilla
trazó frágil estela fluctuante.
Debe la nave retornar al puerto
repitiendo la estela a mar abierto,
si ligera y efímera, genuina.
No importa el rastro, sino casco y velas,
mi viejo galeón, que te revelas
íntegro de mi mano a mi retina.
Los Angeles, 24 de julio de 2003