863 - El sí y el no
No te he llamado en hálito de viento,
ni en susurro de calma soñolienta;
te he llamado en la voz de la tormenta,
con el bramido del instinto hambriento.
Convoqué insensatez y atrevimiento,
sin cobardía por desdén o afrenta,
y de un zarpazo interrumpí la cuenta,
dando a tu margarita un fin violento.
No admito ya el manido titubeo
del sí y el no; no dudo, sólo creo;
mi dogma es firme, así ha de ser el tuyo.
Lejos tal vez, pero hay una presencia
que requiere absoluta pertenencia,
y aunque ausente, en tus brazos me recluyo.
Los Angeles, 12 de agosto de 2003