889 - Testigo hostil (I)
Tus acciones derrotan en mi oído
la palabra en tus labios enunciada;
cuanto intentas decir no sabe a nada,
pues no me llega de verdad ungido.
He percibido a veces tu alarido,
cortante como el filo de la espada,
pero estallaba en forastera almohada,
o en la que yo una vez hube dormido.
¿Cómo podré envolver mi piel desnuda
en sábana aún caliente, que trasuda
impulsos y temblores a mí ajenos?
Esa presencia que en el aire flota,
es látigo implacable que me azota,
testigo hostil que me atenaza en frenos.
Los Angeles, 6 de septiembre de 2003