896 - Alárgame el abrazo
Hombre soy que en la pálida mañana
ruega a la luz demora de su paso;
hay tanto que beber aún de tu vaso,
tanto de ti la noche se engalana.
Cuando la aurora llame a la ventana,
pretendamos dormir, como si acaso
nuestro sueño, cubierto de retraso,
requiriera repique de campana.
Prolongaré la noche, tuya y mía,
sobre la tersa cúpula del día,
que desconocerá el amanecer.
Alárgame el abrazo, que no puedo
detener más el tiempo, y tengo miedo
que vayas pronto a desaparecer.
Los Angeles, 8 de septiembre de 2003