932 - Enredada
Mañana te veré de nuevo, amiga,
en confusión de sábanas y almohadas;
y en tu lúbrica piel, desordenadas,
desplomarán mis manos su fatiga.
En la tibia penumbra que mendiga
más luz y más calor, sin retiradas,
enredando en tus pies las alambradas
de un amor que te incita y no te obliga.
Enredada estarás, y aún así, libre,
en recíproca entrega que equilibre
voluntad de quedarse y de partir.
Te irás cuando a la aurora te despiertes,
se irá mañana sin que tú desertes,
y habrá otro día y te veré venir.
Los Angeles, 13 de noviembre de 2003