943 - Viejo fuego
Hay un plantel de ortigas a tu puerta
que el caminante toma por claveles;
libros lujosos en tus anaqueles,
de texto evaporado, tinta muerta.
La calle donde vives se despierta
a un tráfico incesante de pinceles
que alteran tu fachada; tus laureles
victorias pírricas de gloria incierta.
Yo recorrí tu calle, entré en tu casa,
pensé que en el hogar, sobre la brasa,
podría renacer un viejo fuego.
Si renació, tu daga de impostura
le dio, sobre la cuna, sepultura;
víctima fue de destructivo juego.
Los Angeles, 25 de noviembre de 2003