Brevería 1228
Alzó la mano al pecho
para tocarse el alma. Un aire frío
entrelazó sus dedos. Sobre el lecho,
se perdían sus ojos en el techo;
su corazón, inmóvil y vacío.
Se levantó con gesto rutinario,
sin casi ver a la mujer dormida;
otra noche trivial, otra partida,
y en el mismo camino, solitario.
septiembre de 2004