Brevería 1291
No me atreví a decírselo; cantaban
en silencio las luces del ocaso;
los oscuros temblores del fracaso
en amargo sudor me desbordaban.
Pasó el tiempo, y un día se lo dije;
me sonrió en aceptación, y ahora
se me entrega, me absorbe y enamora,
y sólo el tiempo que perdí me aflije.
febrero de 2005