Brevería 1632
Nunca verás la carta que te he escrito,
porque no me conoces. Tu ceguera
no sabría leerla, y necesito
expresar lo que tal vez te dijera.
Lo que tantos quizá te han expresado
con voz tan pálida por tan distante,
cada cual con la fe de ser amado,
y certeza de ser no más que amante.
marzo de 2007