Brevería 1782
La miré una vez más. No era la misma.
O sí lo era tal vez, pero cansada.
Como si el fiero mar de su llegada
hubiera comenzado a ser marisma.
La intensidad, el júbilo de antaño,
perdían fuerza, el arrebato era
mero alborozo, luz que reverbera,
mas ya no abrasa; casi desengaño.
febrero de 2008