Brevería 1852
Aunque ya no la veo, todavía la veo;
mis párpados caídos son inmensa pantalla
donde ella se refleja como un revoloteo
de palomas, o aurora que en gozo y luz estalla.
Y al destapar los ojos y mirar a las cosas,
en ellas me aparece, con la misma sonrisa
de siempre, en la colina, en el río, en las rosas,
en la caricia leve, sedosa, de la brisa.
mayo de 2008