Brevería 1950
El sabor de tu ausencia es tan amargo
como una almendra verde.
Cómo te disminuyes, y se pierde
mi cántico en tu oído. Sin embargo,
yo aún escucho tu voz, que me cantara,
tiempo atrás, compromisos y alborozos,
y también descalabros y sollozos.
Ay, esta soledad, quién la quebrara.
noviembre de 2008