Brevería 1952
A la escucha en la noche; que nada me distraiga;
no hay rumores ni pasos en el silencio oscuro;
está inmóvil el mundo, y yo espero que caiga
el campanario, el roble, la cristalera, el muro;
cualquier cosa que pueda desplomarse en estruendo,
que me devuelva el justo sentido de la vida;
ya que sólo percibo mis latidos, batiendo
bajo el tambor del pecho, con el alma encogida.
noviembre de 2008