Brevería 1994
Te oigo, mujer, te escucho y te interpreto.
No porque haya palabras escapadas
de tus labios. Que no. Que están sellados.
Es una melodía, es un soneto,
nadie lo escucha sino yo, pisadas
de ángeles al pasar, enamorados.
Pero emanan de ti, son tu lenguaje;
aun sin hablar me llega tu mensaje.
enero de 2009