Brevería 2212
No llegaré al invierno de la mente,
que encoge las ideas, y congela
las regiones del alma a nieve y hielo.
Ni al otoño que adusto se arrepiente
de los atardeceres de acuarela,
ni al verano asfixiándome en el vuelo.
Residiré en la espléndida ribera
de mi feraz, interna primavera.
enero de 2010