Brevería 870
Me refugié en el ángulo insensible
donde arrincono el fango del olvido;
pero aún allí no estuve inaccesible
a tu presencia hipnótica, intangible,
tu voz muda filtrándose en mi oído.
Para escapar de mi obsesión tendría
que asesinar el gozo que me diste,
despedazando nuestra fantasía;
de lograrlo, tal vez me moriría,
por eso el alma en recordarte insiste.
mayo de 2002