Brevería 923
Tantos deseos tuve que nunca han madurado...
Todos se me durmieron de treguas y abandono;
pero hoy tu voz, tu mano, me los han despertado,
y me cantan de nuevo, cada uno en su tono.
Yo los siembro en tu carne, y ellos se multiplican,
qué abundante cosecha de impulsos nos aguarda;
saltémonos las reglas, que amarran y complican,
que este amor ni se quiere dormir, ni se retarda.
septiembre de 2002