Brevería 994
Una mitad de mí estuvo perdida,
cautiva de otros sueños, de otros ojos,
y al fin apareció, rota y herida,
perdiendo el alma a borbotones rojos.
Yo la abracé, y se reclinó en mi abrazo;
no murió su dolor, y lo hice mío;
me siento entero ahora en este lazo
de risa y llanto. Ya no tengo frío.
septiembre de 2002