Breverías
642
Si llorar pudieras por quien amas, llora,
que más siente el alma cuando fluye el llanto;
como las estrellas, que más brillan cuanto
más negra es la noche, más desoladora.
643
Las palabras de amor se han repetido
tan sin cesar que expiran o dormitan;
quizá al repercutir en el oído
generan sólo un familiar sonido,
y exigimos que aún más se nos repitan.
644
Hazme vivir en el silencio oculto
de tu insinceridad y tus deslices;
si no hay conocimiento, no hay insulto:
Sólo los ignorantes son felices.
645
Hay más de ti por donde solo vengo
que en la vereda en que contigo anduve;
cómo te quiero cuando no te tengo,
y qué poco te amé mientras te tuve.
646
Tantas cosas nos dicen y aprendemos
en la edad inexperta e inmadura,
años de efervescencia y aventura…
y tanto más después las entendemos
cuanto más cerca está la sepultura.
647
Mucho he soñado y sueño todavía,
galante admirador de la belleza
que parece esquivar mi compañía,
o a punto de alcanzarla, el pie tropieza.
Pero sigo soñando cada día,
porque el soñar es mi única riqueza.
No es pobre quien padece decepciones,
sino quien vive ausente de ilusiones.
648
Sigue, amigo, tu destino,
poco a poco hacia la meta;
que tu plan no se completa
sólo al fin de tu camino.
Lleva un ritmo paulatino,
negligente del fracaso,
que una meta es cada paso;
exprime cada momento
como absorbiera el sediento
la última gota del vaso.
649
¿No ves que el viento cambia direcciones,
y no siempre es violento o peligroso?
No permitas que las preocupaciones
turben tu paz, alteren tu reposo.
650
Traumático es el peso del dolor,
más hiriente sufrido en aislamiento;
entre dos se divide el sufrimiento,
como entre dos se doblará el amor.
651
Naufragio infausto me arrojó a tu puerto;
venturoso naufragio, te bendigo;
antes de naufragar, yo estaba muerto,
y ahora estoy vivo por estar contigo.
652
Si en progresiva desnudez te expresas,
trémula, en lentitud desesperante,
mi piel será en la tuya visitante,
rozando tus más íntimas sorpresas.
653
Qué angustiosa la espera, qué amargura
en la anticipación de tu partida;
aquella incertidumbre fue más dura
que lo fue en realidad la despedida.
654
La vida es mucho más que un solo instante,
la sementera es más de un solo grano,
la senda es para más de un visitante,
no se hace el año sólo del verano,
ni el mismo tono, idéntico y vibrante,
se repite invariable en el piano.
¿Por qué, con nuestra inclinación tan loca,
siempre hemos de besar la misma boca?
655
Todo viejo soldado es trovador
invariable del tema de la guerra;
yo canto con idéntico fervor;
pero mi espléndida obsesión se aferra
a las viejas razones del amor.
656
No extingas el fanal que parpadea
si otras lámparas no hay en tu recinto.
Cuando tu amor parezca estar extinto,
consíguete otro amor que te posea,
que es el vacío oscuro laberinto.
657
Ni en tus olas, oh mar, mi alma se pierde,
ni mi luz, noche oscura, en ti se apaga;
en ti, mujer, en tu mirada verde
la luz de mi alma sin cesar naufraga.
658
Cuando llegues a mí, serás el vino
que lento, sorbo a sorbo, saboreo;
la lectura serás en que adivino
tu sentido, cuando te deletreo;
el bordón has de ser del peregrino,
en que me apoyo cuando titubeo;
mi energía serás, mi fortaleza;
en mi vacilación, tú mi certeza.
659
Ojos de verde mar, ojos en calma,
de insistente mirada, paz externa;
sólo quien sabe penetrar el alma
verá otro mar con fuerza de galerna.
660
Mirando atrás, todos los besos dados
son tan cortos y tan superficiales…
Quisiera repetirlos, embriagados
de todos mis instintos animales.
661
Columna te sentí de certidumbre,
firme y entera, sin vacilación;
y no te quise como merecías.
Hoy siento el parpadeo de tu lumbre,
y a punto de perderte, mi pasión
lanza hacia ti todas sus energías.
662
Del beso hay tres minutos al rechazo
si una llegada sigue a una partida.
Oh, la impaciencia que en tan corto plazo
anula el nudo del soñado abrazo
en cita que el retraso halló perdida.
663
Por las comarcas del sentir camino,
parte integrante de la caravana
que en mí empieza, en ti encuentra su destino,
y estampa en mí tu condición humana.
664
Fabricante de ilusiones,
creador de fantasías,
repueblo las galerías
de la mente con visiones
que no cuajan en acciones.
Tengo alma de trovador
que, al mirar alrededor,
no ve el modelo cantado,
porque el sueño que ha soñado
sueño ha sido, que no amor.
Sonetos
384 - Amante
No quiero ver tu amor, águila herida
falta de dirección, perder altura;
ni barrotes, cadena y cerradura
dejándome en exceso protegida.
Más que supervivencia quiero vida,
con más imprecisión, menos cordura;
¿no ves que la costumbre desfigura
la ilusión, con su impronta establecida?
Un día inesperado satisface
más que un mes de indudable desenlace;
te prefiero, a inquilino, visitante.
Sorpréndame tu acción imprevisible,
y me hallarás sin dudas, disponible…
No seas mi marido, sé mi amante.
Burgos, 6 de octubre de 2000
385 - Galerna
Qué envidia tengo de tu amigo el viento,
tan acariciador, tan permitido,
rozándote los pliegues del vestido
con sensual, descarado atrevimiento.
Alza su vientre el mar, ofrecimiento
de curvas móviles, en estallido
contra el acantilado ennegrecido,
del blanco alud triturador violento.
Estréllense tus ojos de esmeralda
en los míos, derrúmbese la falda,
reciba tu ensenada mi explosión.
Sobre tus huecos lograré verterme,
y tras cada repliegue habrás de verme
reatacando con determinación.
Cantabria, 12 de octubre de 2000
386 - Fracaso
La luz brilla en los ojos cuando amamos,
la sombra nos circunda si partimos,
el viento nos abraza si sufrimos,
y nos moja la lluvia si lloramos.
Tal vez las lágrimas enmascaramos
y con penoso esfuerzo sonreímos,
pero ni abandonamos ni extinguimos
la soledad terrible en que quedamos.
Con qué callada lentitud te alejas,
como quien todo lo perdió, sin quejas,
y sin haber logrado aún comprender
que el sueño de esta noche en retirada
duerme quizá en la amarga madrugada,
pero despertará, y volverá a ser.
Cantabria, 14 de octubre de 2000
387 - Estación
Junto al andén desierto el tren dormita,
niebla invernal al fondo, gris y fría;
un mundo soñoliento en lejanía,
y una mirada en soledad marchita.
Mientras calla el temor, el dolor grita,
y la palabra, en suspensión sombría,
se transforma en sutil melancolía
que hasta en los ojos húmedos palpita.
Una mujer y un hombre se han besado;
suena el reloj las diez; se han separado;
él parte, y ella es esperanza y duda.
El tren lleva hoy ruptura, alejamiento,
mañana tal vez traiga un nuevo intento,
y halle una firme voluntad desnuda.
Madrid, 14 de octubre de 2000
388 - Placidez
Te vestiré de esta mirada hambrienta
que a tus senos se ciñe sin pudor,
arropándote toda en derredor
con plenitud de timidez exenta.
De tal modo te veo que se ahuyenta
de nuestro lado el tiempo, destructor
del sueño concebido en esplendor,
la medianoche de la Cenicienta.
Tal medianoche dormirá hacia afuera;
hacia dentro será una noche entera
que dormiremos, sin dormir, unidos.
Revestida de tacto y de mirada,
impediré a la luz de la alborada
interrumpir la paz de tus sentidos.
Madrid, 15 de octubre de 2000
389 - Voz de ayer
Cómo permaneció inmóvil y muda,
campana que una vez por mí tañera,
qué hondo silencio, insoportable espera,
y la deseada voz no se reanuda.
Colgado estoy entre la fe y la duda,
en estado que anhela y desespera,
con la ilusión de que otra vez volviera
a estremecerse junto a mí desnuda.
Quiero ser el badajo que, oscilante,
de nuevo arranque al bronce eco vibrante
y entre sus resonancias me aprisione.
Quiero de nuevo oir su voz sonora,
no mañana, ni luego, sino ahora,
y que mi vida toda condicione.
Madrid, 16 de octubre de 2000
390 - Tres miradas
Tres caricias me dieron sus miradas,
las tres distintas y las tres iguales;
una de viento en los cañaverales,
rumor de besos, suavidad de almohadas.
La segunda de frescas alboradas,
puestas de sol, nostalgias otoñales;
y al fin gotas de lluvia en los cristales
rodando melancólicas, calladas.
Las tres idénticas y diferentes,
tan profundas las tres, tan transparentes,
y al mismo tiempo tan devastadoras;
entrelazadas de esperanza y miedo,
como alcanzando el cielo con el dedo
para perderlo al cabo de unas de horas.
Filadelfia, 23 de octubre de 2000
Poemas
Mutación
Angel de luz en cuerpo adormecido,
quiero extirpar las alas de tu espalda,
arrancarte la túnica, y desnudo,
revestirte de besos y palabras.
Angel de luz, en carne restaurado
por la caricia impúdica que estalla
en lúbricos temblores, agitando
las recónditas fibras de tu entraña.
Libre ya de la insípida pureza
que el grito del instinto amordazaba,
has recobrado la canción salvaje,
ayer desconocida u olvidada,
que hoy sacude tus vértebras, vibrando
dentro de ti con fiera resonancia.
Ya no eres ángel, sólo criatura
con la vital necesidad humana
que nos lleva los unos a los otros:
Ven hacia mí; sonríe, juega y ama.
Madrid, 5 de octubre de 2000
Tertulia
Siete gritos silenciosos,
siete lámparas en vela,
siete impulsos decididos,
siete mentes, siete ideas,
siete tópicos cerrados,
y siete rosas abiertas.
Como en la tela de araña,
la palabra, hilo de seda,
en red sonora entreteje
los mensajes, y navega
de la periferia al centro,
del centro a la periferia.
Siete vidas diferentes
bajo idéntica corteza,
o superficie distinta
de siete vidas idénticas.
Siete almas semidesnudas,
con un rumor de cadenas
al fondo, que se adivinan
sacudidas o deshechas.
Diálogo sutil florece
sin normas, sin estrategia,
que los espíritus libres
no se someten a reglas.
Alianza luminosa
del oído y de la lengua,
que si no acepta otros juicios,
los escucha y los respeta.
Siete sonrisas afables,
siete miradas serenas,
y siete interrogaciones
alrededor de la mesa.
Cantabria, 14 de octubre de 2000
Hoy
Parda la tierra, verdes los olivos,
azul el cielo, el horizonte ancho,
sobre caballo y asno, pensativos,
cabalgan lentos Don Quijote y Sancho.
La idea con la imagen acoplada,
la melodía encadenada al ruido,
a la ilusión la realidad atada,
y el sentimiento al paso del sentido.
Doble punto de mira, dos verdades,
y así te quiero yo, en doble vertiente,
con firme dualidad de voluntades,
una cortés, y la otra irreverente.
Y te amaré con el idealismo
que al corazón y a la razón cautiva,
y con el más procaz materialismo
de la carne desnuda y agresiva.
Debo ofrecerte amor de caballero,
con sensibilidad, dulce certeza,
y rapto irreflexivo, pasajero,
que no va más allá de la corteza.
Ambos sincrónicos, ambos abiertos,
con autenticidad de fe y ofrenda,
ambos de entraña y corazón expertos,
que el cuerpo acepte, y que la mente entienda.
Déjate amar un día, o una vida,
hoy te amaré, y tal vez lo haré mañana,
que amor es aún amor cuando se olvida,
como es campana aún muda la campana.
Déjate amar, no ya con amor puro,
mas con tenaz ferocidad sensual,
que hoy es cierto, y mañana es inseguro,
mañana es una idea, hoy es real.
Madrid, 15 de octubre de 2000
Perdido
Cansado estoy, cansado
de absorber en mis pies esta mañana
el polvo de plazuelas y callejas
de esta ciudad extraña.
Siempre seremos mudos forasteros
allí donde la vida rutinaria
no repite incansable el sonsonete
que martillea sin cesar el alma.
Cansado estoy de baldosines rotos,
de calles levantadas,
de barreras, de tráfico, de gentes
que empujan y no miran a la cara.
Qué anónimo me siento, qué perdido,
caminando al azar esta mañana.
Los viejos monumentos,
altas torres, murallas
de abrazo interrumpido,
iglesias en que aún vuelan las campanas,
monasterios de estudio y de silencio,
ya no me incitan, junto a mí resbalan.
Y en un tono menor, la inevitable,
seductora llamada
de los multicolores anaqueles
de librerías, donde el libro estalla
en quieto, innumerable ofrecimiento;
del kiosko exhibiendo la avalancha
de rostros lúbricos multiraciales,
y el abanico de la prensa diaria;
Cafés alineando
hombres desocupados a la barra,
pontificando goles y estrategias,
sabiduría de las clases bajas.
Estas calles son río inagotable
de vidas, de intereses, de programas,
de pasiones ocultas, frustraciones,
de dolores, tristezas y esperanzas,
avanzando dinámicas al ritmo
de cada paso y de cada mirada.
Y aquí, perdido en este maremagnum,
voy caminando con la doble carga
pendiente de mis hombros
de incomunicación y de nostalgia.
Solo entre tantas soledades vivas,
en mar de gentes, yo, buque fantasma.
Madrid, 16 de octubre de 2000
Turista
Llevo sobrecargada la retina
de imágenes dispares,
repertorio de valles y montañas,
de mesetas, y ríos, y ciudades;
de sólidos castillos, centinelas
sobre el campo; de esbeltas catedrales
donde la fe ha cedido su salmodia
al políglota andar del visitante.
Tengo un sinfín de estáticas efigies
carentes de lenguaje;
demasiados panfletos,
fotografías, mapas, cuadros de arte,
recuerdos de mi paso por el mundo,
que aún hablando, no pueden escucharme.
He acumulado en mi álbum claroscuros
del caer de la tarde,
colores vivos de naciente aurora,
pardas encinas, verdes olivares,
del sol brillando en las esferas de oro
de limoneros y de naranjales.
El tiempo se me fue reuniendo objetos,
y permití alejarse,
sin reconocimiento, cuanto bulle
bajo sombreros, boinas, y turbantes.
Hoy no son las murallas,
ni las estatuas en sus pedestales,
ni las columnas rotas,
ni los palacios del país distante
mi plan ni mi objetivo.
Hoy la sola razón de mis viajes
es la persona que sonríe y llora,
que habla y abraza, y sabe desbordarse.
Cuanto tengo de humano
busca la humanidad, la misma carne,
y lo que en ella se refugia y vibra,
la idea, el sentimiento, y el mensaje.
Ya soy un viajero de la vida;
si hay vida en ti, deténme al acercarme.
Madrid, 20 de octubre de 2000
Mi reflejo
Estaba sólo dormido,
aunque me creyeron muerto,
yacente en negra mazmorra
de mi negro cautiverio.
El sentimiento dormía,
y velaba el pensamiento.
Me redimieron las fuerzas
aliadas del recuerdo,
quebrantando las cadenas
del abandono y el miedo.
No sé si las he perdido
o aún en parte las retengo,
porque al mirarte a los ojos
parezco quedarme ciego.
Quiero saber si un sonido
del lenguaje de tus sueños
lleva mi nombre; si escuchas
las voces de mi silencio.
Oscuras noches calladas,
tan cerca de mí y tan lejos,
cuando la luna desgrana
nocturnos de terciopelo,
y se peina en el estanque
la plata de sus cabellos.
Si en tus ojos, si en tu alma
pudiera ver mi reflejo…
Madrid, 21 de octubre de 2000
Voz de hoy
Era una voz perdida entre la bruma,
era una voz dormida,
era una voz con suavidad de espuma,
voz que se oye una vez, y no se olvida.
Me habló porque la hablé, pero no obstante
ella me hubiera hablado
con idéntico tono susurrante
si un día hubiera junto a mí pasado.
A mi lado, tal vez sin conocerme,
como los elegidos,
me hubiera, sí, reconocido al verme
por la interrelación de los sentidos.
Cálida voz, voz aterciopelada,
con pausas sugerentes
que tanto expresan, aún sin decir nada,
silencio y voz igualmente elocuentes.
Cómo, aunque se articula en la distancia,
acaricia y revela,
presagio de futura circunstancia
que al tiempo clava sin piedad la espuela.
Háblame, voz, en el furtivo tono
del secreto prohibido,
con la complicidad y el abandono
de los labios que rozan el oído.
Madrid, 22 de octubre de 2000
Sonetillo
Cuando se deja un lugar
no se logra oscurecer
el rostro de esa mujer
que no se llegó a besar.
Tal vez la vimos cruzar
resuelta al atardecer;
o tal vez aparecer,
mirar, sonreir, pasar.
No supimos detenerla
para poder ofrecerla
denso diálogo de piel.
Y cuando la recordamos
vemos que nos comportamos
como amantes de papel.
Filadelfia, 23 de octubre de 2000