Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Angel caído

Índice

Sonetos:
Reencuentro I Lamento de la Amante Ilusión muerta Nueva decepción Angela, a los quince meses Juntos Reencuentro II Superficialidad Estragos del tiempo Tu hija Momento perdido Nocturno La vida
Poemas:
Revolución Amor perdido Libertad
seperador

Breverías

57
Me mantengo alejado de tu abrazo no por falta de amor ni de deseo; tan sólo porque dentro de mi veo la posibilidad de tu rechazo.

58
Llora el alma un amor de lejanía, vacías por igual mirada y manos; Sólo el oir tus pasos más cercanos ha de aliviar esta melancolía.

59
Se arrastraron mi sueño y mi esperanza en busca de tus huellas, y hallaron a tus pies una alianza de rosas y de estrellas.

60
Me tendiste la mano tierna y muda... ¡Qué alma tan delicada y generosa! Al carecer de una fragante rosa te daré mi sonrisa por tu ayuda.

61
Hoy me deslizaré bajo tu manta para abrazarme a tu dormir desnudo. Bajarás las defensas de tu escudo al sentir que el instinto se levanta.

62
Estoy cansado de soñar contigo y siempre despertar sin encontrarte. Ven de una vez, acuéstate conmigo, y deja a mis pasiones penetrarte.

63
La inquietud y la duda me acompañan; yo, que nunca lo estuve, estoy celoso, pensando que tus labios hoy me engañan al besar en los labios a tu esposo.

64
Te ocultas en la sombra de incierta timidez cuando el amor exige dulces insensateces. Sal a la luz, descubre tu esbelta desnudez; y verás irse al miedo mientras tu te estremeces.

65
Es un amor gastado, sin relieves ni estrías, que pasa imperceptible las noches y los días. Rueda la misma senda de incesante rutina velando el ancho mundo tras su densa cortina.

66
Tanto de tí me has dado que mi copa rebosa y se derrama. Tu vino me ha embriagado, me ha abrasado tu llama, y el corazón a gritos te reclama.

67
Tuve mucho que ofrecerte, más de lo que me pediste, y sólo tú conseguiste que llegara así a quererte. Mas también llegué a perderte antes de haberte tenido. Me has dejado malherido después de haberme curado. Ahora estoy enamorado sólo de mi propio olvido.

68
Tú me invitaste a venir con la oferta de tu abrazo, sólo para descubrir la soledad y el sufrir en la sombra del rechazo.

69
La flor de mis ilusiones ha estado siempre cerrada, sólo abierta en ocasiones. Hoy se encuentra desolada por nuevas desilusiones.

70
En este día azul y soleado llueve en mi corazón intensamente; se me ha muerto un amor, y estoy callado por no saber gritar con voz doliente.

71
No he de saber tratarte como amiga tras haberte tenido como amante. Tampoco he de pensarte mi enemiga. Debo dejarte atrás, e ir adelante.

72
Al perderte me niego a los enojos; una vez más amé, y otra vez pierdo. Mas se llenan de lágrimas mis ojos, y mi alma de dolor, si te recuerdo.

73
Llevo la flor sangrienta de la herida de un amor esperado que no vino. Mis pies están cansados del camino; mi corazón, cansado de la vida.

74
Fue tu palabra impetuosa, ardiente; abrí mis puertas, y acepté tu entrada. Luego el amor forzó tu retirada: Ahora estoy muerto, mi alma no te siente.

75
No tengo fuerzas para un nuevo intento, porque el final siempre ha de ser el mismo: Miro a la luna, y caigo en el abismo, espero amor, y obtengo desaliento.

76
El camino seguido está truncado, y no sabría cómo acompañarte. El cielo, antes azul, esta hoy nublado; como una vez te amé, no podré amarte.

77
¡Qué lastre llevo alrededor del cuello! Tú me anudaste el peso y la cadena que me sumergen en un mar de pena; mas sin poderte aborrecer por ello.

78
Si estás en mi dormir, ¿qué soñaré? Si vienes hacia mí, ¿de qué hablaremos? Perdido en mi barquilla, no podré navegar, porque me has roto los remos.

79
Yo esperaba una verde primavera, y me llegó un otoño solitario; pensé arribar al fin de una carrera, y hallé un nuevo y extraño itinerario, que cambió la esperanza en nueva espera, y la armonía en canto rutinario. Se evadió de mis brazos tu belleza, y me invadió de nuevo la tristeza.

80
Le diré al pensamiento que se duerma, y un sueño en blanco regirá mi mente. No quiero que tu imagen presente y mate mi alma, que de tí esta enferma.

81
Larga la espera fue, corta la estancia; alta fue la ilusión, y el golpe duro; las nubes me han devuelto el cielo oscuro, y entre los dos se ha abierto la distancia.

82
Quise cobrar los besos prometidos, y hundirme en la pasión que me ofreciste. Alcé una torre, y tú la destruíste, y besos y pasión yacen perdidos.

83
Ví el mar inquieto desde la ventana subiendo y replegando el oleaje. Ella vino y partió, y tras su viaje me encontré frío y solo en la mañana.

84
Llámame, amor, y al despertar el día me hallarás a tu lado. He olvidado tu nombre y mi alegría, mi canto está callado, y mi llanto se arrastra vagabundo sobre la oscura senda de un porvenir incierto e infecundo, soñando con tu ofrenda. En esta triste hora, mi voz te llama, y tu desdén me ignora.

85
La ví alejarse, yo no sé si triste, y una parte de mí se fue con ella. Una parte de mí que se resiste a odiarla o a olvidarla: ¡Era tan bella!

86
Quiero verla con ojos de profeta para no conocer el desengaño. Ya he recibido demasiado daño siempre que el viento gira su veleta.

87
Necesito en el alma un cirujano con bisturí de corte intolerante que me extirpe el tumor que trato en vano de olvidar: La obsesión de tu semblante.

88
Ayúdame a salir de mi letargo, que no puedo sentir placer ni pena. Hazme escuchar tu canto de sirena, aunque me des un sentimiento amargo.

89
A la sombra ambos juntos paseamos de la muralla y de los torreones, y en nuestro recordar, desentrañamos un albor de lejanas emociones. Pletóricos de luna, reanudamos cándido ensueño y mudas sensaciones, y al ver cómo miraba y sonreía, besé sus labios y se dijo mía.

90
Bella te imaginé, mas nunca tanto como he podido verte en este día. Si mi edad replegara algo su manto, como a tu madre amé, yo te amaría.

91
Revolotea en tu mirar oscuro un afán de inquietudes y promesas. Te cambio mi pasado sin sorpresas, por la ansiedad febril de tu futuro.

92
Sentirás una noche de repente tibio temblor que sobre tí resbala. No es el roce de un ángel con el ala, sino mis labios al besar tu frente.

93
Al partir veo arder intensamente tu lámpara de amor, que desde lejos lanza en la noche místicos reflejos, promesas de firmeza permanente. Protege con tu mano contra el viento la llama esbelta en perdurable brillo, y serás mi lejano lazarillo en la sombra del ciego desaliento.

94
Sobre las nubes voy, sin ver el mar, deslizándome en la monotonía. Habré de descender para observar si el faro de tu costa todavía vierte la luz que a tí me ha de llevar.

95
El paisaje polar en esta altura rompe un abismo sobre el mar abierto. ¿Cuál es tu barco? Y en tu singladura, ¿harás escala en mi remoto puerto?

96
Se entreabrió la cortina del pasado y derramose entera tu presencia arropando mi cuerpo reanimado. Y abdiqué en tí otra vez mi independencia, sin el temor de verme subyugado.

97
¡Cómo me sorprendió la mansedumbre de tus manos rozando mis mejillas! Haz de esa iniciativa una costumbre, yo seré el río, y tú las dos orillas.

98
Rásgame el alma a tiernas cuchilladas, que hay sufrimientos que el amor excusa. Mas no me asestes frías estocadas, porque el amor la frialdad rehusa.

Sonetos

38 - Reencuentro I
Tu imagen, tan lejana y tan presente, se ha encontrado conmigo inalterada, con el mismo fulgor en la mirada, y la misma sonrisa transparente. Nunca estuviste en mi interior ausente, y hoy te he visto como eras recordada; ni tiempo, ni dolor, ni suerte airada, consiguieron hacerte diferente. Yo he pensado en las posibilidades que habrían transformado nuestras vidas si se hubieran cruzado nuestras sendas; sin conocer quizá las soledades que cubrieron de sombras y de heridas las demandas de amor y las ofrendas.
Madrid, 3 de octubre de 1997
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39 - Lamento de la Amante
Deposité mi cuerpo entre tus manos y te abrí el manantial del sentimiento; te embriagaste de mi al estar sediento, y tus deseos fueron soberanos. Ni inaccesibles fueron ni lejanos mis sentidos, y fue mi ofrecimiento absoluto, leal, sin desaliento, y nunca fueron mis impulsos vanos. Has consumido mis mejores años; y ahora desciendes el telón sobre ellos, marchando en una nueva dirección. Te alejas cual si fuéramos extraños, despedazando los momentos bellos atesorados en mi corazón.
Madrid, 5 de octubre de 1997
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40 - Ilusión muerta
Nació con fiero impulso una mañana, me abrasó con su llama al mediodía, y al declinar aquella tarde fría, murió triste con un beso de hermana. Tanta esperanza, ahora marchita y vana; tanta ternura estéril y baldía, tanto amor en el alma, ahora vacía al sentirla tan cerca y tan lejana. Vino hacia mí como caricia suave cicatrizándome la herida abierta de un imposible y malogrado amor. Me habló de su querer, la dí la llave del corazón, y me cerró su puerta, dejándome anegado en el dolor.
Cantabria, 7 de octubre de 1997
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41 - Nueva decepción
¡Cómo soñé contigo en la distancia, desde el castillo de mi fantasía, poniendo al corazón como vigía y testigo de mi perseverancia. Bajé la guardia de mi vigilancia, olvidando el dolor y la agonía, y me engañé esperando una alegría que no he vuelto a sentir desde la infancia. Una vez más, herida y fugitiva, vi alejarse sangrando la esperanza, rodando sin retorno, como un río. Y una vez más la vida insensitiva atravesó mi pecho con su lanza, asesinándome el amor tardío.
Cantabria, 7 de octubre de 1997
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42 - Angela, a los quince meses
Los ojos se te llenan de riquezas y en tu alma angelical los atesoras: suaves colores, resplandor de auroras, dulces sonrisas, diminutas piezas... El mundo nace aquí, porque tú empiezas a sentirle, y al punto le incorporas a tu vida pequeña, cuando lloras, o ríes, o caminas, o tropiezas. Se abre ante tí un magnífico futuro de imágenes, de ideas, y de amores, de alegrías, promesas, e ilusión. No te encierres jamás detrás de un muro; Cura con optimismo los dolores. y abre de par en par tu corazón.
Cantabria, 12 de octubre de 1997
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43 - Juntos
Por cauce horizontal y paralelo, mi mano, cabalgando en tu figura, baja de la cadera a la cintura, ronda los senos y ensortija el pelo. Tu intimidad sensual levanta el vuelo descubriendo vibrante una estructura con ansiedad de entrega y de aventura y la agresión de una leona en celo. He de hacer de tu cuerpo una mordaza, y formarán tus labios un camino de humedad, arrastrándose en mi piel. Verás mi círculo de amor que abraza tu temblor en furioso torbellino, y plantaré mi flor en tu vergel.
Cantabria, 12 de octubre de 1997
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44 - Reencuentro II
Voz que quedó en el tiempo enmudecida, aún cuando siempre resonó en mi mente: Hoy vibró en mis oídos transparente, de júbilo y sorpresa enardecida. Fue una belleza apenas conocida, y un alma juvenil y sonriente, que a poco de llegar se me hizo ausente por el sendero oscuro de la vida. ¡Tantos años mirándola de lejos sin ver la evolución de su figura, y añorando su dulce compañía! ¿Tendrán sus ojos ahora los reflejos de entonces, y sus labios la dulzura? Yo siempre la veré en su lozanía.
Burgos, 15 de octubre de 1997
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45 - Superficialidad
Deserté los amores incipientes en el tiempo de joven ignorancia, atribuyendo efímera importancia a ciertas relaciones permanentes. Malgasté en el cultivo las simientes que hubieran germinado la constancia, y sólo valoré la circunstancia, dando a mi amor carácter aparente. Guardé las rocas y perdí las perlas, y dejé deslizarse entre mis dedos bellas almas en ciega sucesión. Al cabo de los años volvía a verlas, y maldije la duda y los enredos culpables de mi necia indecisión.
Madrid, 16 de octubre de 1997
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46 - Estragos del tiempo
Quiero rebobinar el viejo ovillo de esta vida despótica que avanza, imponiendo incesante la mudanza, matando el tono, y apagando el brillo. Ruinas son hoy lo que antes fue castillo; fragilidad, lo que un día pujanza; son decepciones lo que fue esperanza, y es el vacío el único estribillo. Espléndidas bellezas juveniles se han transformado en pétalos marchitos, porque el tiempo es cruel, y no perdona. Los ojos ahora ven otros perfiles, y sólo el alma puede ver escritos en ellos el valor de la persona.
Madrid, 17 de octubre de 1997
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47 - Tu hija
¡Dime cómo es tu hija, amiga mía! ¿Ha heredado tus ojos soñadores? ¿La has dado un alma abierta a los amores? ¿Es, como tú, a la vez dulce y bravía? Como entonces, te veo todavía, suave al contacto, incierta en los temblores; y sé que ni alegrías ni dolores habrán cambiado tu fisonomía. Si los años quizá te han alterado, has renacido en tu hija esplendorosa, y así un triunfo mayor habrás logrado. Ha surgido una rosa de otra rosa, y es como si te hubieras transformado de la crisálida en la mariposa.
Madrid, 17 de octubre de 1997
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48 - Momento perdido
Un recuerdo jamás desfallecido tengo de aquella noche, que merece ser un canto de amor que no envejece, aunque su tono no llegó a tu oído. Percibiste el matiz enternecido de una entrega inicial que nace y crece, pero en un punto cesa y no se ofrece, siendo excesivamente precavido. Ni tu piel, por la luna plateada, ni tu suave sonrisa invitadora, ni en tus ojos el cálido fulgor, lograron desatar mi voz callada, y te perdí en la magia de tal hora, ahogando el sueño de un posible amor.
Madrid, 20 de octubre de 1997
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49 - Nocturno
Inúndame la noche con tus besos bajo los álamos de la ribera, y hagamos una ardiente sementera de juegos espontáneos y traviesos. Libertaremos los sentidos presos de la adusta conciencia carcelera, espoleándolos en la carrera de los impulsos hacia los excesos. Rayos de plata de serena luna, descolgándose tibios de las ramas, lúbricos danzarán sobre tus senos. Y yo bendeciré nuestra fortuna, que hace en la hierba innumerables camas, y nos embriaga con sus mil venenos.
Sobre el Atlántico, 21 de octubre de 1997
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50 - La vida
Sobre tu cuerpo yo seré el labriego trazando el surco con el recio arado, y aceptará tu suelo alborozado fértil simiente en ímpetus de fuego. Misterio germinal seguirá luego surgiendo nueva vida en el sembrado, y el desarrollo espléndido y callado rodará independientemente ciego. Una brizna, una caña, y unos granos, arribando a cosecha tan propicia tras larga y silenciosa gestación. Brazos, ojos, cerebro, piernas, manos, hechos para el amor y la caricia, nacidos de un momento de pasión.
Los Angeles, 26 de octubre de 1997

Poemas

Revolución
Oigo el clamor siniestro e irascible de la turba que avanza irresistible abandonado los llantos seculares, y con violenta furia desecrando los viejos dioses sobre sus altares. No hay ya en las mentes ni en los corazones resignación pasiva; la voluntad demanda soluciones, y en la mirada altiva fulge el orgullo de una idea nueva y un plan de acero que la rija y mueva. Ya no han de recoger los desperdicios de la mesa opulenta; exigirán derechos y servicios con mano firme o actitud violenta. En la oscura pobreza se acrisoló su espíritu abnegado; la opresión fomentó su fortaleza e hizo de cada obrero un renegado. Muerta la fe en la agenda de un gobierno ocupado tan sólo en su estructura, tornarán el país en un infierno, o cavarán su propia sepultura. No habrán de tolerar ser manejados como marionetas, porque habrán de cortar sus propios hilos con las bayonetas. La mujer junto al hombre, codo a codo, amantes, camaradas, caerán entrelazados en el lodo, o unidos mantendrán las barricadas. Ven a luchar, mujer, por tu derecho, no dejes que lo impida nadia o nada; el ímpetu que surge en nuestro pecho ha de vencer en esta lucha armada. Y si un disparo me arrebata el alma, deja en mi boca un beso apasionante, cierra mis ojos, y moriré en calma... pero tú has de seguir siempre adelante.
Sobre el Atlántico, 1 de octubre de 1997
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Amor perdido
La noche no se adorna con guirnaldas, y los rojos faroles se han dormido por no ver al esclavo medio hundido con su fardo de pena en las espaldas. Nació libre y hambriento de belleza, mas renunció a la libertad dorada al entrarle el amor por la mirada, y llenarle de sueños la cabeza. Abdicó de la fuerza de sus brazos, de su propio pensar e independencia, y se impuso a sí mismo la sentencia de atarse inmóvil en ajenos lazos. Flotó en las nubes, se acunó en el viento, aspiró los perfumes de las rosas, voló sin rumbo con las mariposas, siempre impulsado por el sentimiento. Y un dia un garfio desgarró su entraña, perdiendo media vida en los girones, sin poder comprender las sinrazones de la amante trocada en alma extraña. La vió alejarse fría, indiferente, sin volver la mirada en despedida, y allí sintió que la otra media vida agonizaba lenta y tristemente. Ahora él camina con un rumbo incierto, agobiado de oscura y honda pena, arrastrando a su paso la cadena con el lúgubre son del amor muerto.
Los Angeles, 27 de octubre de 1997
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Libertad
Vi el águila flotando casi inmóvil acariciando el cielo; la triangular escuadra de los ánsares de estilizados cuellos, y línea aerodinámica, pregonando en su vuelo el retorno a los lares en verano, tras el ciclo emigrante del invierno; las palomas rondando las agujas de viejas catedrales, discurriendo de gárgolas grotescas a arbotantes esbeltos... Rasgos de libertad cruzan el aire con ruidoso aleteo, o con mansa espiral majestuosa, o flecha de invisible derrotero. Yo también quise desplegar mis alas, despegarme del tiempo, y navegar por mundos de ilusiones a cielo y mar abierto. Arranqué de mi entraña las reservas de osadía y esfuerzo, y comencé a elevarme lentamente sobre las azoteas y los techos, sobre los muros y las atalayas, junto a las nubes de girones densos. ¡Qué alborozo en el alma, qué zozobra en el cuerpo, estando sobre todo y junto a nadie, en incesante ascenso, libre, sin ataduras, vacío alrededor, pero no dentro. Sentí un fuego abrasando mis sentidos, y sus fieros reflejos me cerraron los ojos, deslumbrados, y no pude mirar la luz del cielo. La incertidumbre me estrechó en su abrazo, vacilé en mis intentos, y al punto sentí el lastre de tu vida dejándome desnudo y descubierto. Mis alas no eran alas, fábrica de mis sueños. Nunca fui libre, sólo una cometa sin vida, dependiendo de la destreza y las maquinaciones de tus hilos maestros. Creí ser libre, y encontré tu mano manipulándome los sentimientos. La cometa cayó, y en tu sonrisa fría y calculadora, vi de nuevo la esclavitud que quise sacudirme con fracasado intento.
Los Angeles, 30 de octubre de 1997
Diseño: Carmen Álvarez
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