Breverías
1195
Vino conmigo, me dejó besarla,
hicimos el amor, me sonreía;
y no me preguntó si la quería,
ni yo le dije que empezaba a amarla.
1196
Sólo hay silencio cuando yo te hablo,
el silencio glacial de quien no escucha,
un silencio que no supone lucha,
aunque atraviese el alma su venablo.
1197
Te he contemplado tanto que sobre ti ha crecido,
piel sobre piel morena, un estrato de besos
que sólo yo conozco, que tú no has percibido,
y que sólo yo veo sobre tu carne impresos.
1198
En el aliento duermen tantos atrevimientos,
alondras que debieran haber sido leones;
pero no se aventuran, quedando sus intentos
en música apagada de dos respiraciones.
1199
No sé si he sido océano o bajel,
vano revés o espléndida victoria;
tal vez fui melancólico pincel
que intentó recrear brumosa historia,
o un cerebro cansado, de papel,
deshaciendo en fragmentos la memoria.
He soñado, he llorado, he sonreído;
eso fue ayer; hoy por el hoy me mido.
Sonetos
1064 - Sumisa
Llego a ti, mi señor, con una ofrenda
de piel desnuda que febril palpita,
y alma de esclava que al castigo invita
por cada yerro, al que prometo enmienda.
No emitiré razón que me defienda,
ni palabra que no se me permita,
mi voluntad en ti se inhabilita,
y acepta el método de fusta o rienda.
Ya no soy lo que soy, soy lo que quieres,
propiedad sin derechos, con deberes,
tu meretriz, la flor de tu solaz.
En sumisión seré, de cualquier modo,
contigo y para ti, capaz de todo,
pero sin ti totalmente incapaz.
Los Angeles, 1 de abril de 2004
1065 - Dominante
Con tu lengua, dinámico cepillo,
lamerás el betún de mis tacones,
que se hincarán después en tus riñones
como acerada punta de cuchillo.
Argolla al cuello, en cada pie un anillo,
siervo inútil, en freno de emociones,
amordazadas quejas y razones,
arrastrando silencio en el pasillo.
Perro faldero a mi reclamo atento,
tu voz se ha de escuchar si lo consiento,
y no alzarás del suelo la mirada.
Eres nadie sin mí, yo soy tu dueña,
sin mi permiso ni tu mente sueña
ni se escucha el rumor de tu pisada.
Los Angeles, 31 de marzo de 2004
1066 - Sola de noche
Larga es la noche, dilatada, incierta,
negra ruina del día en los portales;
el día es el violín y los rosales,
la noche es el tambor, la alondra muerta.
Hoy eres noche tú, sola, desierta,
ojos de lluvia, manos saturnales,
y una voz varonil en madrigales
su deseo te canta tras la puerta.
No la puerta dormida de la alcoba,
la puerta de la ausencia, que te roba
cuanto pudiera darte y aceptaras.
Sólo una sombra efímera se extiende
al borde de tu piel, y aunque la enciende,
no consigue apagarla, y te disparas.
Los Angeles, 4 de abril de 2004
1067 - Sant Jordi
En esta fiesta del 23 de abril, es tradición
en Cataluña el regalo de un libro y una rosa.
La luz es plata, y es quietud la brisa
en el cristal de la mañana clara;
por la piel nos revienta la algazara,
y se instala en los labios la sonrisa.
No hay alma marginada o indecisa,
nadie se encubre, nadie se separa,
múltiples surtidores que dispara
serena fuente, alados y sin prisa.
Todos somos amantes en tal día,
y el intelecto al corazón se alía
en comunión ferviente, luminosa.
No me detengas, yo no te detengo,
ven hacia mí como hacia ti yo vengo,
en la entrega de un libro y una rosa.
Los Angeles, 4 de abril de 2004
1077 - ¿Y qué?
Flotan mis ojos en la calle ciega,
que sólo puede percibir tu aroma.
¿Tu vestido en revuelo? Una paloma
en timidez cuando mi paso llega.
¿Tu conmoción gallarda y andariega?
Ráfaga leve que en la esquina asoma.
¿Tu voz? Eco rodando por la loma,
que en la espiral de mis oídos juega.
¿La imagen que persiste aún en la mente?
Espejismo fugaz, fantasma ausente,
cuantioso en mito, escaso en realidad.
¿Y qué? Se sueña, se recuerda, se ama,
y arde en el alma inextinguible llama,
aunque carezca de autenticidad.
Los Angeles, 25 de abril de 2004
Poemas
Me dice el viento
Ya no es el viento quien susurra a solas,
yo respondo al temblor de sus rumores;
en la calle se encienden las farolas,
el mar, galán de impulsos agresores,
insiste en abrazarse al rompeolas;
el bar del puerto es red de pescadores;
y el faro en el peñón, pies espumosos,
barre la noche a golpes luminosos.
Me habla el viento de ti, de la muralla
que rodea el recinto de tu mente,
que se disputan en frontal batalla
mi audacia y tu temor de adolescente,
mi audacia que habla, tu temor que calla,
si yo tan claro, tú tan elocuente.
Me dice el viento que aunque no eres mía,
lo serás; lo eres ya en tu fantasía.
Los Angeles, 3 de abril de 2004
Mis archivos
Me habló al mirarme la mujer: “Quisiera,
aunque fueran tan sólo unos momentos,
penetrar la intrigante madriguera
de tu mente, observar tus pensamientos,
los de oro, plata, mármol o madera,
los que engendran placer o sufrimientos;
vagar por las radiantes galerías
de tus ensueños, de tus fantasías.”
Descorrí los cerrojos rechinantes
de la blindada puerta clandestina
que los años inmóviles, aislantes,
protegieron de mano y de retina;
dormían mis archivos en estantes,
en cada mesa y en cada vitrina.
La mujer se adentró. Y aún no ha salido,
absorta en lo soñado y lo vivido.
Los Angeles, 4 de abril de 2004