Breverías
1208
Voz del pasado, si cordial, ambigua,
exploradora en posibilidades;
sazona la palabra en ansiedades
de tal vez rebrotar floresta antigua.
Siempre hay un tallo que a morir se niega,
o una rosa que al brote se apresura;
bienvenida tu voz a mi espesura;
reclúyete en mi bosque, entra en mi vega.
1209
Se me aferra la náusea a la garganta,
garfio de múltiples enganches; llevo
pesado lastre que ni el alma aguanta,
ni en el estómago a dejar me atrevo.
La memoria de ti es una manzana
que nunca digerí, que está podrida,
y que con mantener, nada se gana:
Tendré que vomitarte de mi vida.
1210
Voy a contarte historias que nunca he confesado,
de fantasmagorías y de contradicciones,
de lo que hice en tu ausencia, o suprimí a tu lado;
ha llegado el momento de las revelaciones.
Y si al lograr la imagen, fragmentaria o completa,
aquiescente o adversa, de caricia o de espada,
revelaran los muros de tu alma una grieta,
recogeré mi vida, yéndome a la alborada.
1211
Al parir mis palabras, cada verso que escribo
es un camino que abro, un gemido que elevo,
faro que alzo en la roca, baluarte que derribo,
un rosal que cultivo, un árbol que remuevo.
Pero cuando navegas en mí por la lectura,
soy el sueño que un día se estableció en tu mente,
soy tu amor, y tu entrega, tu pasión, tu aventura,
la luz de tu pasado, la sed de tu presente.
1212
Al despedirnos cada noche, dices
que me aparto de ti, que voy a casa;
la casa es donde el tiempo duerme y pasa,
en el hogar se tienen las raíces.
Y yo vuelvo a mi casa, ese lugar
donde tejo el enredo de tu sueño,
ese lugar aislado, tan pequeño,
que no es hogar, porque eres tú mi hogar.
Sonetos
1090 - Breve cita
Si hoy en cautividad hemos vivido,
libres ayer, desvinculados luego;
si en la trama febril de nuestro juego
ha sonado ya el último silbido;
Si el arrebato yace adormecido,
y el alborozo sordomudo y ciego;
si te ausentas de mí, si me repliego,
¿ha importado vivir lo ya vivido?
De mí cautiva tú, de ti cautivo,
vínculo tenue, tiempo fugitivo,
honda vivencia, franca insensatez...
¿Ha importado vivirlo? Si pudiera,
leño sería de la misma hoguera,
sólo contigo, una y otra vez.
Santander, 2 de junio de 2004
1092 - Tú, acantilado
Voy a subir a ti por la escalera
que en tu roca vital he cincelado,
mar apremiante yo, tú acantilado
en que se desmenuza mi vidriera.
Tanto he venido a ti, y en tu barrera
tantas veces me he visto fracasado...
Tanto quise decir, tanto he callado,
y tanto avance claudicó en espera.
Hoy mi fiero oleaje se apresura
a trepar la escabrosa escarpadura
que asediaron a golpes mis intentos.
Deslumbrante tal vez, no inaccesible,
mi ascenso a tus alturas tan posible
como a las alas de los cuatro vientos.
Cantabria, 6 de junio de 2004
1093 - Creándote
Filósofo en el ágora sería
si Atenas de la idea hubieras sido;
si Don Quijote hubiera en ti nacido,
yo, Don Miguel, por ti lo escribiría:
yo, aturbantado rey de morería
para ti, Alhambra; Faraón dormido
si tú Esfinge en la arena; y estallido
de claridad si primavera mía.
Creer en ti, y en esplendor crearte
hasta poder en realidad tocarte,
arquetipo plasmado en dimensión;
algo que se moldea entre las manos
con fondo de violines y pianos,
ya no más sueño ni ente de razón.
Cantabria, 7 de junio de 2004
1094 - Tus versos, Laura
Ay, Laura, cómo tu alma resucita
en la voz a tus versos enhebrada;
vocablos de algodón, de luz, de espada,
que otro aliento convoca hoy a la cita.
En el recuerdo, lánguida, dormita
tu cantiga sensual; cada pisada
de tu pie se dirige hacia mi almohada,
y al calor de tu tacto el mío habita.
Alguien habla por ti; provocativa
vibra mi piel perennemente viva
a merced de la tuya, fulgurante.
Tan lejos hoy, y estás aquí conmigo;
si otra voz, tu palabra es donde espigo
los granos de oro de febril amante.
Cantabria, 15 de junio de 2004
1095 - Anónima mujer
Anónima mujer en el gentío,
rítmico pulso que el rumor apaga,
isla perdida, tempestad que amaga,
desatino que intuyo y hago mío.
Apenas te conozco, pero un río
se desata en tu cauce, y se propaga
de ti hacia mí, y el corazón naufraga
rendido en silencioso griterío.
Me miras, y no sabes que te veo;
¿no escuchas mi naciente ronroneo
colgándose a tu piel, como un enjambre?
Se me agrieta el mural de la memoria;
ven conmigo; una nueva trayectoria
surge de mí, buscando en ti raigambre.
Cantabria, 16 de junio de 2004
1096 - Como el río
Hacia mí viene el río; se estremece
la alondra en el sauzal; casi dormido
yace entre mimbres el corcel del ruido;
mi propia voz de látigo enmudece.
Llega el río, se ensancha y permanece,
paso de cauto cazador perdido,
presto a seguir de nuevo el recorrido,
sonrisa que al nacer se desvanece.
Se aleja el río, y una parte mía
se va con él; qué extraña compañía
que al mismo tiempo que llegó, me deja.
Se fue, me voy, le despedí, me quedo;
no sé si estoy inmóvil, o si ruedo,
lamento de agua, interminable queja.
Cantabria, 19 de junio de 2004
1097 - En tren
Desde el mar, en ascenso a la meseta,
valles dormidos, retorcidas hoces,
lentas colinas, álamos veloces,
aletargados bueyes y carreta.
Viajeros con rostro de careta,
vagas miradas, soñolientas voces,
saturan el entorno. Suaves roces
de ayer, son hoy pudor de anacoreta.
La sonrisa no va en el tren; nublados
aparecen los ojos; maniatados
los dedos que otra piel surcaron mudos.
En cada asiento se acurruca un fardo
que respira, y en mí hay un leopardo
que te envía rugidos por saludos.
Londres, 22 de junio de 2004
Poemas
Volver a verte
Se me enredan los aires del recuerdo
en las ramas del árbol de la vida,
como larga, flotante cabellera
de un Absalón jinete de odaliscas.
Cuelgo de la añoranza
como si ahora viviera ajena vida,
en que yo soy el otro,
porque el yo que fui ayer, murió o dormita.
La memoria es el alma que a ambos une,
hermanos siameses, cuyas liras
estremecen en tonos disonantes,
aun cuando la canción sea la misma.
El yo que mudo vuelve la cabeza
no es el mismo que el yo que vivió un día,
cariz dicharachero,
propósito optimista.
Este que mira atrás es titubeo,
nostalgia en ansiedad de lejanías,
como quien ha perdido el alborozo,
y ha visto obscurecerse la caricia.
Sólo al volver a verte,
surgiendo del pasado, revestida
de la verdad que se perdió en la niebla,
de la llama enterrada en la ceniza,
sólo al verte volver y sumergirte
en el fondo y raíz de mis pupilas,
ordenará el recuerdo su maraña,
cesará en su sollozo la llovizna,
y estallará una luz de amaneceres
sobre las tersas aguas cristalinas.
Y un solo yo estará a tu lado, mientras
la sombra de la duda se retira.
Los Angeles, 26 de junio de 2004