Breverías
2066
Extingue las preguntas absorbentes
de lo que fue, lo que tal vez será,
lo que pudo o no ser; ciegas vertientes
entre lo que llegó y lo que se va.
La verdad tiene tantos componentes
que más que certidumbre es un quizá.
No indagues, no te adentres, no especules;
vive la vida, no la manipules.
2067
Ah, cómo tu silencio me escarcha las entrañas,
donde ayer encendías, como en San Juan, hogueras.
Entonces tu palabra movía las montañas,
hoy todo queda inmóvil, como si no existieras.
2068
Esta vida que vivo ya no parece mía,
ni me importa perderla, porque ya no la tengo.
Es como si viviera de prestado, y un día
me exigieran el pago. Si de la nada vengo,
si estoy vacío, y sólo duermo y ando y respiro,
¿quién se enriquecería con tan pobre existencia?
Llévense esta mi vida que no vale un suspiro;
si vale más, no importa; guarden la diferencia.
2069
Siempre, aunque no lo intentes, te insinúas,
te introduces en mí, como una espada,
en lo más insondable te sitúas,
y al ser yo tú, de mí no queda nada.
2070
Eras tierra fecunda, y mi semilla
vibrante reventó en el surco abierto;
temblaron las colinas, y a la orilla
de tu vida quedé. Si estoy despierto
no me dejes dormir, que perdería
tan bella realidad. Y si dormido,
no interrumpas mi sueño, que eres mía,
y si me despertara, te habrás ido.
Sonetos
2092 - Creación
De la mano de Dios habrás nacido,
pero las mías te han configurado;
a imagen de mis noches te he creado,
en misterio, en estrellas, en latido.
Te he dado el mismo sueño que he tenido
antes de conocerte, cultivado
con afán de hortelano enamorado,
y contigo y en él me he diluído.
No tengo ya, ni tienes, vida propia,
eres réplica mía, y yo soy copia
de algo que nos precede y nos hermana.
Y si algún día tu alma me deserta,
sin la mitad que soy, quedarás muerta,
muriendo yo al romper de la mañana.
Los Angeles, 29 de abril de 2009
2093 - Sé que vendrá
Sé que vendrá, como la luz o el viento,
y ambos seremos parte de ese instante;
me amarás con el mismo amor vibrante
con que te amé; te acosará el tormento
que yo he sufrido; el mismo desaliento
que tuve yo, tendrás, gris y asfixiante;
y como fuiste en mi razón constante,
yo permaneceré en tu pensamiento.
La piedra que arrojamos, con frecuencia,
vuelve a nosotros, y la negligencia
que profesamos, al final nos hiere.
Sé que vendrá el instante en que me invites
a ser parte de ti y me necesites;
mas no volveré a ti. Todo se muere.
Valencia, 1 de mayo de 2009
2094 - Mujer
Mujer, tan elegante, tan morena,
de truncada sonrisa, como abrazo
de amigo a quien se amara; como lazo
que no logra anudarse, y desordena.
Te vi en nostalgia de mujer ajena
y enajenada, siendo ramalazo
sobre mi alma, sangrante del rechazo
que un día recibió, y aún la envenena.
De repente mi ayer se hizo lejano,
y tu mirada triste fue la mano
que mis viejos dolores cicatriza.
En tal momento en que mi pena muere,
¿cómo iniciar la voz que te libere
de este destierro que te pulveriza?
Madrid, 8 de mayo de 2009
2095 - Y no te amé
Yo existía sin ti, pero la vida
sólo se hizo genuina al conocerte,
como el invierno adusto se convierte
en primavera de ilusión vestida.
Copa tú, rebosante, que convida
al amor sin amar, trágica suerte
abrazarte desnuda, sin tenerte,
salutación y, al tiempo, despedida.
Yo no te amé; tú así me lo pedías,
y yo, en las dilatadas galerías
del tiempo, ya sin ti, quedaba ciego.
Ayer tu voz me devolvió la vista,
pero no recordabas; en tu lista,
mi nombre rastro de olvidado juego.
Burgos, 8 de mayo de 2009
2096 - Separación
Maridaje de angustia y algazara
fue la separación; ella revela
turno de libertad, añora y vuela;
él, navío espectral que zozobrara.
La esposa, ya saeta, se dispara
hacia insólitas dianas; no hay estela
que no siga, ni sabe de cautela;
va donde va, especula y acapara.
El esposo se aflige, tal vez llora;
y, transcurrido un tiempo, se enamora
de otra mujer, ni oscura ni eminente.
Y la esposa de ayer, ah, tan celosa,
sin renunciar a su vaivén, le acosa,
como si fuera aún su pretendiente.
Burgos, 8 de mayo de 2009
2097 - Casi perfecta
No eres perfecta, pero casi lo eres;
como la luz, cuya belleza ciega,
siendo a ves tan débil que no llega,
y tú, como ella, quieres y no quieres.
Eres dueña de todos los placeres
que enardecen mi piel; tú, la andariega
que en todas mis esquinas se despliega,
que tanto matas, y tan poco mueres.
Oh, casi perfección, tan imperfecta;
cómo a la vez se acopla y desconecta,
estando sin estar, presta y remota.
Marea reincidente, aproximando
su oleaje hacia mí, sin saber cuándo,
cantará su rumor triunfo o derrota.
Burgos, 10 de mayo de 2009
2098 - ¿Cómo expresarte?
De tantas formas te diría ‘Te amo’
como hay estrellas en el universo;
lo expresaría en el fervor del verso
que sólo para ti escribo y declamo;
en el caudal de gestos que derramo
sobre ti si, encendido, te converso;
en mi ademán, ya ingenuo, ya perverso,
y en los mil nombres que gentil te llamo.
Pero tras tantos vivos recitales,
¿cómo expresarte en términos cabales
su intensidad, calado y amplitud?
Yo, que tantas palabras desenredo,
intento articular, pero no puedo,
este amor de perenne juventud.
Cantabria, 12 de mayo de 2009
Poemas
Te escribí tantas veces
Te escribí tantas veces…
Cartas enfáticas, irrefutables,
desmenuzando, a fuerza de argumentos,
las más remotas posibilidades;
tachando inciertas líneas,
repetidas de nuevo, al agolparse
idénticas ideas, insistentes,
como quien vuelve por las mismas calles;
con la ansiedad de quien atisba el fondo
sin llegar a tocarle,
fondo de conjeturas, de recelos,
de indicios fluctuantes,
tan sutiles, tal vez tan intangibles,
como ráfagas de aire.
La palabra perdida,
el gesto irrelevante,
que adquieren, con el paso de los meses,
transcendencia que no tuvieran antes.
Me sentía profeta del pasado,
vidente que deshace
nudos de ayer, percibe o interpreta
borboteos e instantes
a la luz de incidentes posteriores
al frío o al calor de sus pesares.
Te escribí tantas cartas… Detallaba
cómo había logrado yo infiltrarme
en tu mente, intención y sentimientos,
cómo reconocía tu paisaje,
y hasta qué interminables horizontes
se extendía este amor, del que abjuraste.
Te escribí tantas cartas…, pero nunca
te las hice llegar; cada mensaje
hubiera entrado en ti como el reproche
que nunca intenté darte.
Necesitaba hablar con el fantasma
que sabe acompañarme
desde que le arrancaras su piel tibia
una tarde de marzo agonizante,
crepúsculo de invierno en primavera,
cuando te distanciaste.
Te escribí tantas veces, pero nunca
llegaron a tus manos los mensajes.
¿A qué fin? No sabrías entenderlos.
Las cosas que se mueren, no renacen.
Burgos, 9 de mayo de 2009