Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Voces al viento

Índice

Poemas:
Nostalgia Pasa con dulzura Fantasía Solos entre la muchedumbre
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Poemas

Nostalgia
Mayo florido perfuma los recovecos del alma, y desliza el mar en calma la sonrisa de su espuma. Llena el aire una canción primaveral de dulzura: Rosas blancas de ternura, rojas rosas de pasión. Plenitud de luz del día resplandece en mi semblante. Por qué, madre, en este instante siento tal melancolía? Los álamos de la calle susurran viejas historias, y el río arrastra las glorias de los montes por el valle. La paz del campo persiste, y el día transcurre lento. Por qué en tan bello momento mi corazón está triste? La luz del sol, hijo mío, los ágiles ruiseñores, la belleza de las flores, y el suave canto del río, todo se transforma en nada, y todo causa dolor cuando se siente el amor sin conocer a la amada.
Los Angeles, 8 de julio de 1994
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Pasa con dulzura
Soy furioso como el viento y gentil como la brisa; puedo darte una sonrisa, o someterte a un tormento. Tengo en el alma un tesoro de canciones y esperanza; celebro con el que danza, y con el que llora, lloro. En mi vida he cultivado sueños, caricias y rosas, y siempre las más hermosas me han herido o defraudado. Hoy de nuevo está mi mano con optimismo tendida. Si pasas junto a mi vida, pasa dulcemente, hermano.
Los Angeles, 13 de julio de 1994
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Fantasía
La juventud es firme en sus destinos: Blande la espada de los ideales, embiste en Rocinante a los molinos, y vuela con las águilas reales. Fabrica mundos de altivez gloriosa, y más avanza cuanto más tropieza; y persigue la idea fabulosa de la divinidad de la belleza. Yo fui joven un día, y de ilusiones llevaba el corazón abarrotado; surgían de mis labios las canciones, y eran mis sueños dulces y dorados. Forjé en mi fantasía una figura de excepcional candor, y amplia sonrisa, de candente pasión, suave ternura, de infantil madurez, y lenta prisa. La busqué noche y día entre la gente, seguí su rastro azul por muchos años; pensé alcanzar su plenitud ardiente, mas sólo hallé dolor y desengaños. Y un día ella llegó, bella y radiante, transparente y etérea, dulce y buena, con ojos de nostalgia, alma de amante, libre como la brisa, y tan serena. Entró como un susurro en mi alma abierta, desterrando su luz mi noche fría; sentí el impulso de cerrar la puerta, y aprisionarla para hacerla mía. Mas quise respetar su independencia, y la dejé volar sin restricciones. Es tarde para mí, edad y ausencia me roban las mejores ilusiones. Irá y vendrá, y con su paso airoso imprimirá en los hombres dulces huellas; la seguirán con corazón ansioso, mas sólo alcanzarán polvo de estrellas. Desde mi esquina observaré el paisaje, una vez más espectador lejano; y soñaré que emprendo otro viaje con su espíritu amigo de la mano.
Los Angeles, 7 de abril de 1997
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Solos entre la muchedumbre
Los dioses nos confunden con sus dones; colman nuestra alforjas de riquezas: de esperanza, de amor y de emociones, y luego lo transforman en tristezas. Esta capacidad de abrir los brazos ofreciendo un amor con esperanza, a menudo se quiebra en mil pedazos, y sólo el premio del dolor se alcanza. ¿Por qué se nos ha dado esta energía, este ansia incontrolable, esta tendencia, malgastada en la búsqueda baldía de un ideal que aboca a la demencia?. Dirijimos inquieta la mirada a un horizonte azul donde queremos adivinar a la mujer amada; y, al pasar a su lado, no la vemos. Somos dos multitudes misteriosas buscándose una a otra sin hallarse; nuestras filas se cruzan silenciosas, nuestras manos no llegan a tocarse. Nosotros presentamos nuestra oferta, y ellas la menosprecian o la ignoran. Ellas se ofrecen con el alma abierta, y no entendemos lo que más adoran. Qué incomprensión fatal! Qué cobardía tan absurda, que a tanto se resiste! Se nos brinda el amor y la alegría, y nuestra opción es solitaria y triste.
Los Angeles, 8 de abril de 1997
Diseño: Carmen Álvarez
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