Poemas
Nostalgia
Mayo florido perfuma
los recovecos del alma,
y desliza el mar en calma
la sonrisa de su espuma.
Llena el aire una canción
primaveral de dulzura:
Rosas blancas de ternura,
rojas rosas de pasión.
Plenitud de luz del día
resplandece en mi semblante.
Por qué, madre, en este instante
siento tal melancolía?
Los álamos de la calle
susurran viejas historias,
y el río arrastra las glorias
de los montes por el valle.
La paz del campo persiste,
y el día transcurre lento.
Por qué en tan bello momento
mi corazón está triste?
La luz del sol, hijo mío,
los ágiles ruiseñores,
la belleza de las flores,
y el suave canto del río,
todo se transforma en nada,
y todo causa dolor
cuando se siente el amor
sin conocer a la amada.
Los Angeles, 8 de julio de 1994
Pasa con dulzura
Soy furioso como el viento
y gentil como la brisa;
puedo darte una sonrisa,
o someterte a un tormento.
Tengo en el alma un tesoro
de canciones y esperanza;
celebro con el que danza,
y con el que llora, lloro.
En mi vida he cultivado
sueños, caricias y rosas,
y siempre las más hermosas
me han herido o defraudado.
Hoy de nuevo está mi mano
con optimismo tendida.
Si pasas junto a mi vida,
pasa dulcemente, hermano.
Los Angeles, 13 de julio de 1994
Fantasía
La juventud es firme en sus destinos:
Blande la espada de los ideales,
embiste en Rocinante a los molinos,
y vuela con las águilas reales.
Fabrica mundos de altivez gloriosa,
y más avanza cuanto más tropieza;
y persigue la idea fabulosa
de la divinidad de la belleza.
Yo fui joven un día, y de ilusiones
llevaba el corazón abarrotado;
surgían de mis labios las canciones,
y eran mis sueños dulces y dorados.
Forjé en mi fantasía una figura
de excepcional candor, y amplia sonrisa,
de candente pasión, suave ternura,
de infantil madurez, y lenta prisa.
La busqué noche y día entre la gente,
seguí su rastro azul por muchos años;
pensé alcanzar su plenitud ardiente,
mas sólo hallé dolor y desengaños.
Y un día ella llegó, bella y radiante,
transparente y etérea, dulce y buena,
con ojos de nostalgia, alma de amante,
libre como la brisa, y tan serena.
Entró como un susurro en mi alma abierta,
desterrando su luz mi noche fría;
sentí el impulso de cerrar la puerta,
y aprisionarla para hacerla mía.
Mas quise respetar su independencia,
y la dejé volar sin restricciones.
Es tarde para mí, edad y ausencia
me roban las mejores ilusiones.
Irá y vendrá, y con su paso airoso
imprimirá en los hombres dulces huellas;
la seguirán con corazón ansioso,
mas sólo alcanzarán polvo de estrellas.
Desde mi esquina observaré el paisaje,
una vez más espectador lejano;
y soñaré que emprendo otro viaje
con su espíritu amigo de la mano.
Los Angeles, 7 de abril de 1997
Solos entre la muchedumbre
Los dioses nos confunden con sus dones;
colman nuestra alforjas de riquezas:
de esperanza, de amor y de emociones,
y luego lo transforman en tristezas.
Esta capacidad de abrir los brazos
ofreciendo un amor con esperanza,
a menudo se quiebra en mil pedazos,
y sólo el premio del dolor se alcanza.
¿Por qué se nos ha dado esta energía,
este ansia incontrolable, esta tendencia,
malgastada en la búsqueda baldía
de un ideal que aboca a la demencia?.
Dirijimos inquieta la mirada
a un horizonte azul donde queremos
adivinar a la mujer amada;
y, al pasar a su lado, no la vemos.
Somos dos multitudes misteriosas
buscándose una a otra sin hallarse;
nuestras filas se cruzan silenciosas,
nuestras manos no llegan a tocarse.
Nosotros presentamos nuestra oferta,
y ellas la menosprecian o la ignoran.
Ellas se ofrecen con el alma abierta,
y no entendemos lo que más adoran.
Qué incomprensión fatal! Qué cobardía
tan absurda, que a tanto se resiste!
Se nos brinda el amor y la alegría,
y nuestra opción es solitaria y triste.
Los Angeles, 8 de abril de 1997