Breverías
1
Ví en mis sueños anoche tu figura,
deslizándose leve y elegante;
y al extender mi brazo a su cintura
como una sombra se esfumó al instante.
2
Recibes de tu esposo caricias sin ternura;
qué malhogradas noches para tan dulce esposa;
mas guardas en tus ojos cerrados la figura
de quien te quiere y sabe que eres la más hermosa.
3
La esperanza es el sueño de los hombres despiertos.
Yo te he soñado tanto que ya casi eres mía,
y espero y desespero por ver llegar el día
en el que te abandones en mis brazos abiertos.
4
Como te soñé, viniste;
como viniste, te quiero;
y como te quiero, espero
darme como tú te diste.
5
Tengo envidia de tu sombra
porque siempre va contigo,
y duerme, cual fiel amigo,
a tus pies, sobre tu alfombra.
6
Hoy tus besos no han llegado;
¿Quién los recibió, mi vida?
Está mi alma entristecida,
te necesito a mi lado.
7
Me dije al verte llorar:
Qué triste y qué doloroso,
qué magnífico y qué hermoso
que así me puedas amar.
8
En al amor no hay razones,
ni luz, ni color, ni llama:
es tan sólo una amalgama
de ideas y sensaciones.
9
Unos quieren vida larga,
otros la quieren intensa,
otros profunda e inmensa…
Yo sólo la quiero a-marga.
10
El pasado no es pasado,
porque siempre está presente;
pero conmigo a tu lado
lo borrarás de tu mente.
11
En la densa oscuridad
de tus noches sin abrazos,
déjame estrechar los lazos
que ahuyentan tu soledad.
12
Dime, pajarillo loco,
que trinas dulce en la rama:
¿Sabes si mi amor me ama,
aunque sólo sea un poco?
13
Su vida estaba vacía
cuando yo encontré a mi amada;
también lo estaba la mía.
Ahora ella está enamorada,
y yo la quiero, y no hay nada
con que yo la cambiaría.
Sonetos
3 - Represion
Suspira tu pasión encadenada
en la prisión del alma; y sus gemidos
golpean incesantes mis oídos
con un clamor de libertad soñada.
Se apagará la intensa llamarada
que revitalizaba tus sentidos,
y permanecerán en tí perdidos
el calor y la luz de tu alborada.
Destruye de una vez los eslabones
que esclavizan tu vida. Abre la puerta
y deja en libertad las emociones,
que infundirán vigor en tu alma muerta.
Es la hora de lograr tus ilusiones:
El tiempo corre sin volver....¡Despierta!
Los Angeles, 11 de junio de 1997
Poemas
Navegante
Sueñas con un barquito de papel
navegando por nubes de algodón.
Tu sueño es una vida a la deriva,
y tu vida es un sueño sin pasión.
Al ofrecer la mano se da el alma;
si alguien la acepta, nacerá el amor,
y una historia feliz será vivida
y compartida a fondo por los dos.
¿Esperas a aquel mismo que te espera,
o no se escucha el eco en tu canción?
Que tu mano descubra esa otra mano,
y que tu barco resplandezca al sol,
y que el viaje que emprendas, dulce amiga,
te lleve al mundo donde vivo yo.
Los Angeles, 6 de junio de 1997
Tu envío
Llegaron tus suspiros,
llamaron a mi puerta,
y entraron en el alma,
para tí siempre abierta.
Y al encontrarse dentro,
Preguntando por mí,
hallaron sorprendidos
que ya estabas allí.
El beso que me envías
y tu caricia amable,
¿no los preferirías
en noche interminable?
Los Angeles, 7 de junio de 1997
Dulce y triste
¡Qué dulce es querer mucho, pero también qué triste!
¿Por qué esperamos tanto y obtenemos tan poco?
¿Por qué si uno se entrega el otro se resiste?
¿Por qué el amor es ciego, y sordo, y mudo, y loco?
Llevamos en el alma la divina tendencia
de ofrecer sin reservas nuestros cálidos brazos,
y nos quedamos solos, con nuestra propia ausencia,
y el corazón sangrante partido en mil pedazos.
Los Angeles, 11 de junio de 1997
Amor lejano
Te llevo en mi pensamiento
como lleva el peregrino
la idea de su destino
sobre el campo polvoriento:
La misma sed insaciable,
la esperanza del llegar,
y la ansiedad de esperar
tanto tiempo interminable.
Qué difícil es la vida
con quien descuida e ignora
si se ríe o si se llora,
y nuestra presencia olvida!
Pero más difícil es
tener un amor ausente
sin sentir su toque ardiente
de la cabeza a los pies.
Qué lejos estás, mi amor,
pero qué cerca te siento:
Como si fueras el viento
que me abraza en derredor.
Yo quisiera transformarme
en una nube ligera
cuya lluvia te cubriera
totalmente al entregarme.
Y quisiera recoger
la más bella rosa en Mayo
y enviártela en un rayo
de luna, con mi querer.
Tan lejos estás de mí…
y aún así te quiero tanto
que en mi risa y en mi llanto
tan sólo te tengo a tí.
Los Angeles, 14 de junio de 1997
Amor prohibido
Es el amor prohibido el amor más sincero,
quizá el definitivo, y mejor que el primero.
Tiene pasión más honda, y menos egoísmo,
y la ansiedad de vernos al borde del abismo.
Es nostálgico y tierno, es atrevido y serio,
es dulce y fascinante como un doble adulterio.
Los Angeles, 17 de junio de 1997
Instintos libres
Las cárceles del alma liberan los rugidos
de pasiones ocultas, deseos reprimidos,
que ruedan por las calles borrachos como el viento,
azotando los rostros con ímpetu violento.
Se asoman a los ojos, agitan los cabellos,
penetran en la bocas, se enroscan en los cuellos.
Raudos exploradores de tendencias diversas
se adhieren a las sombras de miradas perversas.
Hallarán su refugio en lo exótico y lo ajeno,
y no inquirirán nunca si es saludable y bueno.
Su vida se dilata con la fuerza explosiva
que destruyó la cárcel donde estaba cautiva.
Tensos, infatigables centauros cazadores,
desflorando las ninfas, destrozando las flores.
Ni razones ni ideas brotarán de la mente,
sino el ciego y salvaje tumulto del torrente.
Los Angeles, 18 de junio de 1997
Tuyo
Fui derrotado en la última batalla
y tu victoria me hizo prisionero;
es tu incesante amor mi carcelero
y en cadenas la negra noche me halla.
Bajo tu guardia estoy; tu compañía
me mantiene en continua vigilancia.
Más te prefiero así que en la distancia:
Si pudiera evadirme, no lo haría.
Me has conquistado el corazón, la mente,
la piel de los sentidos, la esperanza,
todo cuanto el amor pide y alcanza:
Abrázame, mi amada, intensamente.
Los Angeles, 19 de junio de 1997
Estrofas
Pelo negro, piel morena,
boca sensual, ojos tiernos:
Incéndiame los inviernos
con tu amor de luna llena.
* * * * *
Estaba tu alma dormida
la noche que te encontré;
la vi triste y dolorida,
y para curar su herida,
entré y te la desperté.
* * * * *
Si el espejo refleja tu figura
en plenitud de juvenil belleza,
duerme a la soledad y a la amargura,
sueña al amor que a florecer empieza.
Los Angeles, 21 de junio de 1997
Los Cuatro Jinetes
(Poema apocalíptico del amor muerto)
Cerré los ojos al mundo
y los tendí sobre el alma
donde la luz y la sombra
se batían en batalla.
Apocalípticas formas
indefinidas y extrañas
provocaban en mi mente
una visión de fantasmas:
Cuatro cofres, cuatro sellos,
cuatro misterios que avanzan
con ímpetus destructores
sin que les detenga nada.
Cuatro ciclos de la vida
de un amor sin esperanza.
Estalló una voz de trueno
en una nube lejana:
"¡Abran el sello primero!"
Y en la aurora sonrosada
surgió un jinete al galope
sobre su montura blanca,
arco en puño, y la cabeza
de oro y perlas coronada.
(Contemplé el amor lejano,
mezcla de dulzura y calma,
de arrebatos y energía,
de entrega suave y callada.
Era el triunfo de la vida
derribando las murallas.)
"Abran el segundo sello!",
rugió la voz semiairada.
Y se alzó un nuevo jinete
blandiendo sangrienta espada
sobre un caballo bermejo
bajo el sol de la mañana.
Desterró la paz del mundo,
fomentando las matanzas;
guerras de padres a hijos,
guerras de hermanos a hermanas.
(Qué transformación de amantes
con el veneno en el alma;
desvanecido el cariño,
mudas las tiernas palabras,
trocando el amor en odio
y la fe en la suspicacia.)
"Abran el sello tercero!",
se oyó el eco en la montaña.
Y salió el caballo negro
en la tarde ensangrentada,
con el jinete llevando
en la mano una balanza,
controlando el suministro
del trigo y de la cebada.
No habrá ni aceite ni vino
en la tierra calcinada;
sólo ansiedad y miseria,
temor y desesperanza.
(Con el sentimiento muerto,
con el pasado a la espalda,
y con el presente en ruinas,
y con la desconfianza
trepando como serpiente
que nos estrangula el alma,
este paisaje baldío,
sin aire, sin luz, sin agua,
espera una muerte lenta
de soledad desolada.)
"Rómpase ya el cuarto sello!"
Qué voz encolerizada...!
Y vino el caballo bayo
bajo la noche cerrada.
La palidez del jinete
estremecedora y blanca,
con augurios tenebrosos
de maldiciones arcanas.
La peste, el hambre y el miedo
permeando las entrañas
de los hombres, y arrancando
girones entre sus garras.
(Sólo quedan los escombros
del edificio del alma.
Y los amantes de antaño,
por veredas separadas,
se alejaron rencorosos
con el odio en la mirada.)
Cuatro jinetes siniestros,
en siniestra cabalgata.
Y dos almas moribundas
en noche desesperada.
Los Angeles, 22 de junio de 1997
Perversión
Al decirte "niña hermosa",
pervertidor me llamaste
a la vez que me miraste
con sonrisa maliciosa.
No te preocupes, mi vida,
porque este pervertidor
le dará todo su amor
a la niña pervertida.
Pero si, a tu parecer,
eres pura e inocente,
yo trataré firmemente
de pervertirte, mujer.
Yo llevo en mi corazón,
bajo un amor que perdura,
para la niña, ternura,
para la mujer, pasión.
Y tú habrás de decidir
entre estas dos cosas, una:
Pasear bajo la luna,
o dejarte pervertir.
Como entre lirios y rosas,
o entre la noche y el día,
me parece, amada mía,
que prefieres…ambas cosas.
Y no tengo duda alguna
de que vas a consentir
que te pueda pervertir
bajo la luz de la luna.
Los Angeles, 24 de junio de 1997
La mirada
Al mirarme en tu mirada
vi la tristeza flotando:
Quise absorberla, besando
tus ojos, sin decir nada.
Cuando los abriste luego
tu mirar ya no era triste,
y con tus ojos me diste
una sonrisa de fuego.
Los Angeles, 24 de junio de 1997