Breverías
686
Eres mi viejo vino de solera;
aspiraré tu aroma, a sorbo lento;
y pensarás, al aspirar mi aliento,
que eres besada por la vez primera.
687
Bate mi fantasía alas gigantes
sobre nubes de ensueños y de euforia;
pero sucumbe en ruinas humeantes
a la llamada cruel de la memoria.
688
Más que de noche, de día
despierta mi mente sueña,
concibe, pare y diseña
hijos de la fantasía.
Unos gritan rebeldía,
y otros callan sumisión;
yo a todos presto atención,
que todos me pertenecen:
lloren, rían o bostecen,
todos cantan mi canción.
689
No importa lo conquistado,
sino el haberlo emprendido;
que el haberse decidido
se antepone al resultado.
690
Feroz de noche, mansa a la alborada;
tan pronto como ve la luz primera
del nuevo amanecer, queda a la espera
del nuevo anochecer, fiera domada.
Sonetos
409 - Silla en la acera
Sólida, invitadora, inelegante,
frente a la calle de quietud aldeana,
en calma espera al pie de la ventana,
bajo el sol matinal acariciante.
Espera la llegada vacilante
de quien abandonó ciudad lejana,
de quien labra los campos y se afana,
de quien marca su paso itinerante.
Y al reposo que ofrece une el abrazo
de su respaldo, maternal regazo
de paz, rusticidad, y aceptación.
Si tú pasaras junto a mí algún día,
yo tu sosiego y tu solaz sería,
en permanente abrazo, en sumisión.
Los Angeles, 1 de enero de 2001
410 - Mesa
Recuerda el roble que aceptó la muerte
por ti. Sus ramas, reciamente erguidas,
descansan hoy humildes, invertidas,
y en ellas firme debes sostenerte.
Tronco sin venas, alisado, inerte,
savia, elegancia, dignidad perdidas,
de hacha y sierra borradas las heridas,
sólo su resistencia en ti se vierte.
Y sobre ti se come, y se medita,
se lee, se escribe, se habla, se dormita,
y en torno a ti el silencio es división.
Mesa de regocijo y de largueza,
mesa de hambre y de rostros de tristeza,
qué microcosmos de contradicción.
Los Angeles, 2 de enero de 2001
411 - En el aparador
Quedó el húmedo barro moldeado,
cesó el torno su giro en espirales,
y en las cerámicas, tras los cristales,
duerme el fuego del horno, ya apagado.
Destella en la vajilla el decorado
de azules, verdes, oros otoñales,
de volutas, viñedos y rosales,
de ambiente idílico, afiligranado.
Y a manos de sirvientas y asistentes,
como sus uniformes, refulgentes,
con tintineo alegre pasarán.
Y en el mísero hogar del desvalido,
burdo jarrón de un clavo suspendido,
y olla de arcilla su menaje harán.
Los Angeles, 2 de enero de 2001
412 - Mujer con libro
Bajo las sábanas desnuda, leo
de autor extraño estilizada prosa,
inaccesible libro, que reposa
sobre la almohada, donde no te veo.
En desesperación la espalda arqueo,
ofreciéndome a ti, voluptuosa,
y me allana el desánimo, esa losa
de fría ausencia contra mi deseo.
Brazos abiertos este libro muestra
sobre una cama que ya no es la nuestra,
abrazo que recibo inadvertida.
Habla, pero no escucho; y al mirarle,
pensando que eres tú, intento besarle,
y su inacción me deja dolorida.
Los Angeles, 2 de enero de 2001
413 - Relato erótico
Tuve que hacer un alto en la lectura,
y volver a leer lo ya leído;
no por dudas de haberlo comprendido,
mas por vivir de nuevo la aventura.
En esa zona que alguien llama oscura,
donde el instinto yace sumergido,
esas palabras se han introducido
estremeciendo mi íntima estructura.
Narraciones eróticas encienden
lenguas de fuego que a la piel se extienden,
estallando en desnudos y avidez.
Reviviré la escena, al repasarla,
como hago con tu cita, al recordarla,
siempre esperando hacértelo otra vez.
Los Angeles, 7 de enero de 2001
414 - Fiereza
Bronce desnudo inmóvil, reteniendo
concentrado en los ojos el deseo,
puma a punto de ataque: Así te veo,
agonizante sin estar muriendo.
Y esperándote estoy; ni me defiendo,
ni rechazo tu brusco forcejeo;
mi cazador, tu presa y tu trofeo;
de tus garras y fauces ya dependo
Magnética fiereza en la mirada,
melena montaraz, alborotada,
irrevocable acometividad.
Cuanto más implacable te presentas,
tanto más dinamizas y acrecientas
la vibración de mi sensualidad.
Los Angeles, 10 de enero de 2001
415 - Aparte
No te veo desnuda, te imagino;
no me roza tu piel, pero la siento;
no logro penetrarte, aunque lo intento;
quiero llegar a ti, mas no hay camino.
Para estrecharte tengo un remolino
de brazos en superfluo movimiento;
para hablarte, no más soy pensamiento;
y si brindo por ti, me falta el vino.
Tú estás allí, yo estoy aquí, tenemos
un vacío que enlaza ambos extremos,
besos sin labios, sexo artificial.
No somos más que sombras vigilantes
ancladas a dos álamos distantes,
sueño común y vida individual.
Los Angeles, 10 de enero de 2001
416 - Sideral
Te tengo sin tenerte, llevo impreso
sobre la piel del alma tu semblante,
sin lograr contemplarlo, amor distante,
astro girando en la órbita del beso.
En mi universo aislado sigo preso,
entre ti y el dolor equidistante,
años de luz integran cada instante,
y en cada instante acecho tu regreso.
No me basta llevar tu imagen dentro,
necesito engendrar un nuevo encuentro
para dejar tu carne en mí engarzada.
Sé la estrella fugaz que huye su elipse,
dorada luz solar tras el eclipse,
porque sin ti soy noche despoblada.
Los Angeles, 25 de enero de 2001
Poemas
Rejuvenecimiento
Ese cielo que azul fuera
se ha vuelto gris, y el paisaje,
desnudo ya, está a la espera
de una nueva primavera
que renueve su follaje.
Dormida tu compañía,
sola, en vela, y olvidada,
deja que se acerque el día
en que pueda hacerte mía,
piel a piel, alborozada.
Juventud que resucita
quiere más, y ambos lo haremos;
y saturará esa cita
cuanto en el sexo palpita;
y después nos dormiremos.
Los Angeles, 16 de enero de 2001
¿Qué libertad?
¿Qué fe hemos adquirido? ¿Qué libertad tenemos?
Ni verdad ni mentira, sólo abrazamos dudas;
ni realidad ni sueño, sólo nos mantenemos
de formas nebulosas, de ideologías mudas.
Si está atento el oído, si se extiende la mano,
si enmudecen los labios para aspirar los besos,
y sólo pasa el aire tórrido del verano,
abrasando la carne, pero helando los huesos;
si el deseo es un río tremendamente largo
que ni expira en los mares ni en el lago se pierde,
descargando sus aguas un sabor tan amargo
que la sed estimula, y amarillea el verde.
si las desilusiones a golpes despedazan
el castillo de arena con esmero erigido;
y los brazos que ayer abrazaron ya no abrazan,
¿qué libertad tenemos? ¿Qué fe hemos adquirido?
Los Angeles, 18 de enero de 2001
Con furia
Avida de caricias voluptuosas
reptando audaces bajo su ropaje;
de manos trémulas, al abordaje,
exploradoras de entrañables fosas.
Insaciable la vi, bajo escuadrones
de usurpadores dedos posesivos,
de rígidos avances agresivos,
sudor, sondeos, y perforaciones.
Se detuvo en su intento un sólo instante,
alarmada tal vez de su lujuria,
pero volvió a intensificar la furia
devoradora de su propio amante.
Y a cada asalto yo correspondía
con el mismo vigor, igual deseo,
sin evadir demanda o forcejeo,
porque la quiero lúbrica y bravía.
Los Angeles, 21 de enero de 2001
Doble aspecto
Al proferir ‘te quiero’, puedo pensar en rosas,
puedo exhalar suspiros y las voces más tiernas,
contemplarme en tus ojos…, y puedo, entre otras cosas,
acariciarte el pubis escalando tus piernas.
Al proferir ‘te quiero’, puedo inventar un sueño
en que cruces el cielo sobre las pardas nubes,
cabalgando la luna…, a la vez que te enseño
a domeñar mi potro, rebelde, si a él te subes.
Al proferir ‘te quiero’, puedo evocar ideas
durante años dormidas, vivificar la roca,
pluralizar oasis, prorrogar las mareas…,
y reventar un géiser al fondo de tu boca.
Al proferir ‘te quiero’, puedo eclipsar el día,
iluminar las noches, interceptar los ríos,
puedo amarrar los vientos…, y tener la osadía
de entre tus muslos tibios intercalar los míos.
Al proferir ‘te quiero’, puedo anular tu suerte,
abrogar mi carácter, neutralizar el mundo…;
y puedo, y quiero, y tengo que abrazarte más fuerte,
e invadir tus entrañas hasta lo más profundo.
Los Angeles, 22 de enero de 2001