Breverías
751
Si me volviera río,
te besaría rápido, ligero,
en perpetuo desvío;
y al verme pasajero,
me llamarías sólo compañero.
Me volveré laguna,
de superficie plácida, ondulante,
y a la luz de la luna
te anegaré radiante,
y deberás considerarme amante.
752
La oscuridad transparente
de la noche iluminada
no logra enmascarar nada;
mis ojos de adolescente
contemplan ansiosamente
tu mágica palidez;
mi mano, con timidez,
se te acerca, luna blanca,
y la túnica te arranca
para ver tu desnudez.
753
Me he evadido de mí mismo.
De cuanto habitaba en mí
sólo queda un epejismo;
mi realidad está en ti.
754
Se me ha apagado la calle
donde brillaba tu llama;
y el alma, abismada en valle
de tinieblas, te reclama.
755
Estás a diez países, nos separan
altitud, paralelos, meridianos;
mas tan cerca mis sueños te declaran
que podría tocarte con las manos.
756
Lleno hasta el borde estoy del vino amargo
destilado en las noches solitarias;
noches frías, hostiles al letargo,
noches adustas, inhospitalarias.
757
Hazme el amor de palabra,
y que tu cuerpo lejano
lúbricamente se me abra
al compás de tecla y mano.
758
La barandilla es imperiosa flecha
hacia el placer que en las alturas duerme;
la vista, audaz y subrepticia, acecha
tu ascenso en los peldaños, tú sin verme;
tu húmeda, oculta, palpitante brecha
callada invitación es a ofrecerme;
seguiré tu desnudo en el ascenso,
y me hallarás entre tus muslos tenso.
759
La exactitud se ha muerto, y la certeza;
tu vida es duda, escepticismo frío;
se cierne sobre tu alma y tu cabeza
un crepúsculo gris, triste y sombrío.
760
Dormitan las palabras, indolentes,
secas, bajo desnudos pentagramas;
tu voz asentará notas ardientes,
y se despertarán en vivas llamas,
melódicas, precisas, elocuentes,
porque en ellas tú misma te derramas.
Las palabras carecen de sentido
si no las han tus labios proferido.
Sonetos
471 - Drama en tres actos
No temo la atadura a que me pueda
condenar de tus labios el contacto;
el beso es siempre y sólo el primer acto
en que el drama de amor cuaja y se enreda.
El segundo es el nudo, donde queda
complicada la trama, el punto exacto
en que se alían intención y tacto,
aunque la duda en el entorno rueda.
Y al fin, nieve que al fuego se deshace,
irrumpe inesperado el desenlace;
más bien que inesperado, presentido.
El beso formuló propuesta muda,
que tu piel aceptó en mi piel desnuda:
Soñado, codiciado y obtenido.
Los Angeles, 29 de junio de 2001
472 - Errátil
Si mis pies fueran de agua fugitiva,
tropezando en sí mismos, raudo río,
no podría llamar tu cuerpo mío,
aún con tu desnudez de mí cautiva.
Sería una caricia a la deriva,
que al pasar deja sensación de frío;
sería, como soy, un desvarío
en perenne evasión definitiva
Siempre en marcha fatal, sin detenerme,
sin poder regresar, o retraerme
del cauce que invariablemente sigo.
Sólo un beso al pasar, sin permanencia,
fruto arrancado al árbol de la ciencia
del bien y el mal, mi gozo y mi castigo.
Los Angeles, 29 de junio de 2001
473 - Es el umbral
El auténtico beso, el beso puro
que de otros labios la humedad procura,
gradualmente ambicioso se aventura
de tibia indecisión a ardor seguro.
No es plenitud, sino portal oscuro
que se abrirá a la luz; es la ternura
en lenta evolución, hasta que apura
el fiero cóctel del amor maduro.
Nace en temor, y se hace pregonero
de futuro arrebato; es un reguero
reventando en corriente arrolladora.
Es entidad creciente y viajera,
ajeno a ley, obstáculo y frontera,
como lo sueño yo y sueñas tú ahora.
Los Angeles, 30 de junio de 2001
474 - Inevitable despedida
Me has azotado, vida, y no me quejo,
porque tu adversidad me ha hecho más fuerte;
joven ayer luché por retenerte,
y hoy, si quieres marchar, marchar te dejo.
El hombre que me observa en el espejo,
carente de ilusión, tal vez advierte
que le ronda el espectro de la muerte,
y hundirse puede al fondo del reflejo.
Y sin embargo, esboza una sonrisa
como quien sabe responder sin prisa,
sin sobresalto a la última llamada.
Porque, en definitiva, ¿qué es la vida,
sino una inevitable despedida
desde el momento en que nos fue otorgada?
Los Angeles, 2 de julio de 2001
475 - Deterioro
Dijo su amor en el idioma extraño
de quien amó una vez, y hoy se arrepiente;
palabras de oleaje en el rompiente,
rumor de noche con sabor a engaño.
La memoria, integrada año tras año
en acervo común y transparente,
mirando atrás percibe el consistente
fraude rodando al último peldaño.
Se inició con la grieta sobre el muro,
vaticinio de ayer sobre el futuro
al que negamos consideración.
Y hoy la palabra ruda, el tono altivo,
manifiestan cuán ciego y destructivo
será el amor si duerme la razón.
Los Angeles, 3 de julio de 2001
476 - Quien…
Quien te contempla a su pesar vestida,
quiere forzar tu puerta más secreta,
lúbrica te prefiere, no discreta,
aunque guarde silencio nunca olvida.
Quien desestima espuelas, freno y brida,
y al cabalgarte firme te sujeta,
quien te prefiere indómita e inquieta,
también te quiere ver estremecida.
Quien te sueña desnuda, y aquiescente,
pasión madura, y alma adolescente,
quiere abordar, yacer y retener.
Quien te mira y te admira tan lejana,
teme que el sueño de hoy será mañana
la solitaria aurora que fue ayer.
Los Angeles, 3 de julio de 2001
477 - A plena luz
A plena luz quisiera poseerte,
no en penumbra enemiga del semblante;
la oscuridad es máscara ignorante,
y en claridad yo vengo a conocerte.
Las sombras son alejamiento inerte,
como estar sobre ti, y estar distante;
quiero ser doblemente penetrante
de tu entraña y tus ojos, al quererte.
Rodando la mirada en los detalles
que exploran boca y manos en los valles,
colinas, grutas, de los dos unidos.
Mirarte, verte, acariciarte, amarte,
y a plena luz, a plena luz dejarte
una explosión de amor en los sentidos.
Los Angeles, 4 de julio de 2001
478 - Imagen
No sé si quiero verte como eres,
o como me pareces, y te veo;
tu imagen se acomoda a mi deseo
más que a la realidad de lo que fueres.
Siguiendo tu verdad, matas o hieres
la ilusión en que firmemente creo;
si a la ilusión me aferro, y te moldeo,
en parte vivirás, y en parte mueres.
Nunca podré tenerte toda entera,
fría verdad recóndita, y por fuera
ficticia idea que de ti forjé.
Optaré por la efigie elaborada
a medias por la mente y la mirada,
viéndote con los ojos de la fe.
Los Angeles, 4 de julio de 2001
479 - Sueño desolador
A tu piel me adherí mientras dormías
en el silencio y sombra de tu lecho;
batían tus latidos en mi pecho
pero los míos no los percibías.
Errante en las desiertas galerías
de los sueños, ahogada en el estrecho
callejón de un deseo insatisfecho,
yo te llamaba y tú no respondías.
Y al acercar mis labios a tu oído,
emergió de los tuyos un gemido,
como de quien se siente abandonado.
Sueño desolador, tan absorbente
que yo, abrazado a ti, te sentí ausente,
y tú no me sentiste a ti abrazado.
Los Angeles, 5 de julio de 2001
480 - Miedo al amor
¡El miedo de sentir! Qué triste miedo,
que por privarme de sufrir me priva
de que la piel se reconozca viva,
amordazando el grito: “Quiero y puedo.”
Tiendo al avance, al punto retrocedo,
reclama libertad mi alma cautiva,
logra oportunidad, pero la esquiva,
quedando presa de su propio enredo.
El temor al amor en que me abraso
sólo es temor al eventual fracaso,
que tal vez nunca llegue a efectuarse.
Y así, por una hipótesis, me niego
la certeza de amar, y me repliego,
dejando a la ilusión evaporarse.
Los Angeles, 6 de julio de 2001
481 - Siempre hacia ti
Desde la incertidumbre y la distancia
vine hacia ti, y aún hoy sigo viniendo,
me he introducido en ti, de ti dependo,
parte integrante de tu circunstancia.
Sin embargo no estoy. Ni tu fragancia
penetra mi sentido, ni están viendo
tu contorno mis ojos, y no entiendo
de este estar y no estar la discrepancia.
Deja la flecha el arco y da en la diana,
vuela el rayo del sol a la ventana,
rueda hacia el mar, y en él desagua el río.
Y yo que hacia ti voy perpetuamente,
no consigo llegar. Soy la corriente
que sólo desemboca en el vacío.
Los Angeles, 6 de julio de 2001
Poemas
Tres hojas
Tres hojas vuelan al viento,
no las quiero en mi diario;
son tres palabras que intento
borrar de mi diccionario.
Si un día las escribí,
hoy las repudio y rechazo;
porque me niegan de ti
cuanto supone el abrazo.
Tres hojas vuelan…;que vuelen,
que se alejen, que no quiero
que me hostiguen ni desvelen,
ni me obstruyan el sendero.
Tres palabras de infinita
angustia y desconfianza,
cuyo sonido marchita
el ensueño y la esperanza.
Tres dagas: NO, NADA, LUEGO,
que siniestramente brillan,
y enmascaradas de juego
bárbaramente acuchillan.
Pero tres rosas fragantes
que despunten a la aurora
sobre su tallo oscilantes
han de ser: SI, TODO, AHORA.
Las dagas, por ti enterradas,
por mí cortadas las rosas,
y en las nuevas alboradas
qué explosión de mariposas.
Los Angeles, 30 de junio de 2001
Háblame
La voz que hoy me llegó vive tu vida,
en esa voz te arropas cuando me hablas,
ella eres tú, flotando en el aliento
que se desborda en tonos y palabras.
Ajena a la estridencia del gentío,
leve, aterciopelada,
caricia en el oído, tan etérea,
como si un dedo me tocara el alma.
Más que voz es susurro,
brisa que se columpia entre las ramas.
Posee intimidad de noche oscura,
afable placidez de luna clara.
Te escucharía al decrecer las luces
de las tardes de otoño bronceadas;
te escucharía sin interrumpirte
hasta nacer la aurora sonrosada;
te escucharía, la mirada fija
en tus ojos de sombra, que descargan
nuevas voces, a la otra paralelas,
no por mudas con menos resonancia.
Tú eres tu voz, que roza mis mejillas,
que estremece mi espalda,
que me penetra suave, lentamente,
como en el surco profundiza el agua.
Háblame, que te escucho,
que tengo más de ti en cada palabra.
Los Angeles, 1 de julio de 2001
Más allá de ti misma
Tan más allá de ti misma
te encuentras, que mi palabra,
aún anidando en tu oído,
no puede ser escuchada;
tan más allá, que mis dedos
tocan tu piel, no tu alma;
tan más allá, que te evades
de mis brazos que te abrazan.
Hay lejanías que acercan,
contigüidad que distancia,
espacios que se reducen,
entornos que se dilatan.
Estás conmigo y ausente,
río de corriente clara
que los álamos refleja,
e indiferente se aparta,
sin apropiarse su imagen
temblorosa sobre el agua.
Entre tus dos existencias
se ha erigido una muralla,
de un lado la que no escucha,
de otro la que me acompaña.
Si dividida te encuentras,
si yo no puedo escalarla,
¿por qué no intentas reunirte
de este lado con tu hermana?
Mira que tú eres la tarde,
mira que ella es la alborada,
y no quiero que la noche
pueda interponerse entre ambas.
Que el beso que una reciba
también en la otra recaiga,
y mis dedos al tocarte,
lleguen a la piel del alma.
Los Angeles, 4 de julio de 2001