Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Hacia ti

Índice

Sonetos:
Drama en tres actos Errátil Es el umbral Inevitable despedida Deterioro Quien… A plena luz Imagen Sueño desolador Miedo al amor Siempre hacia ti
Poemas:
Tres hojas Háblame Más allá de ti misma
seperador

Breverías

751
Si me volviera río, te besaría rápido, ligero, en perpetuo desvío; y al verme pasajero, me llamarías sólo compañero. Me volveré laguna, de superficie plácida, ondulante, y a la luz de la luna te anegaré radiante, y deberás considerarme amante.

752
La oscuridad transparente de la noche iluminada no logra enmascarar nada; mis ojos de adolescente contemplan ansiosamente tu mágica palidez; mi mano, con timidez, se te acerca, luna blanca, y la túnica te arranca para ver tu desnudez.

753
Me he evadido de mí mismo. De cuanto habitaba en mí sólo queda un epejismo; mi realidad está en ti.

754
Se me ha apagado la calle donde brillaba tu llama; y el alma, abismada en valle de tinieblas, te reclama.

755
Estás a diez países, nos separan altitud, paralelos, meridianos; mas tan cerca mis sueños te declaran que podría tocarte con las manos.

756
Lleno hasta el borde estoy del vino amargo destilado en las noches solitarias; noches frías, hostiles al letargo, noches adustas, inhospitalarias.

757
Hazme el amor de palabra, y que tu cuerpo lejano lúbricamente se me abra al compás de tecla y mano.

758
La barandilla es imperiosa flecha hacia el placer que en las alturas duerme; la vista, audaz y subrepticia, acecha tu ascenso en los peldaños, tú sin verme; tu húmeda, oculta, palpitante brecha callada invitación es a ofrecerme; seguiré tu desnudo en el ascenso, y me hallarás entre tus muslos tenso.

759
La exactitud se ha muerto, y la certeza; tu vida es duda, escepticismo frío; se cierne sobre tu alma y tu cabeza un crepúsculo gris, triste y sombrío.

760
Dormitan las palabras, indolentes, secas, bajo desnudos pentagramas; tu voz asentará notas ardientes, y se despertarán en vivas llamas, melódicas, precisas, elocuentes, porque en ellas tú misma te derramas. Las palabras carecen de sentido si no las han tus labios proferido.

Sonetos

471 - Drama en tres actos
No temo la atadura a que me pueda condenar de tus labios el contacto; el beso es siempre y sólo el primer acto en que el drama de amor cuaja y se enreda. El segundo es el nudo, donde queda complicada la trama, el punto exacto en que se alían intención y tacto, aunque la duda en el entorno rueda. Y al fin, nieve que al fuego se deshace, irrumpe inesperado el desenlace; más bien que inesperado, presentido. El beso formuló propuesta muda, que tu piel aceptó en mi piel desnuda: Soñado, codiciado y obtenido.
Los Angeles, 29 de junio de 2001
seperador
472 - Errátil
Si mis pies fueran de agua fugitiva, tropezando en sí mismos, raudo río, no podría llamar tu cuerpo mío, aún con tu desnudez de mí cautiva. Sería una caricia a la deriva, que al pasar deja sensación de frío; sería, como soy, un desvarío en perenne evasión definitiva Siempre en marcha fatal, sin detenerme, sin poder regresar, o retraerme del cauce que invariablemente sigo. Sólo un beso al pasar, sin permanencia, fruto arrancado al árbol de la ciencia del bien y el mal, mi gozo y mi castigo.
Los Angeles, 29 de junio de 2001
seperador
473 - Es el umbral
El auténtico beso, el beso puro que de otros labios la humedad procura, gradualmente ambicioso se aventura de tibia indecisión a ardor seguro. No es plenitud, sino portal oscuro que se abrirá a la luz; es la ternura en lenta evolución, hasta que apura el fiero cóctel del amor maduro. Nace en temor, y se hace pregonero de futuro arrebato; es un reguero reventando en corriente arrolladora. Es entidad creciente y viajera, ajeno a ley, obstáculo y frontera, como lo sueño yo y sueñas tú ahora.
Los Angeles, 30 de junio de 2001
seperador
474 - Inevitable despedida
Me has azotado, vida, y no me quejo, porque tu adversidad me ha hecho más fuerte; joven ayer luché por retenerte, y hoy, si quieres marchar, marchar te dejo. El hombre que me observa en el espejo, carente de ilusión, tal vez advierte que le ronda el espectro de la muerte, y hundirse puede al fondo del reflejo. Y sin embargo, esboza una sonrisa como quien sabe responder sin prisa, sin sobresalto a la última llamada. Porque, en definitiva, ¿qué es la vida, sino una inevitable despedida desde el momento en que nos fue otorgada?
Los Angeles, 2 de julio de 2001
seperador
475 - Deterioro
Dijo su amor en el idioma extraño de quien amó una vez, y hoy se arrepiente; palabras de oleaje en el rompiente, rumor de noche con sabor a engaño. La memoria, integrada año tras año en acervo común y transparente, mirando atrás percibe el consistente fraude rodando al último peldaño. Se inició con la grieta sobre el muro, vaticinio de ayer sobre el futuro al que negamos consideración. Y hoy la palabra ruda, el tono altivo, manifiestan cuán ciego y destructivo será el amor si duerme la razón.
Los Angeles, 3 de julio de 2001
seperador
476 - Quien…
Quien te contempla a su pesar vestida, quiere forzar tu puerta más secreta, lúbrica te prefiere, no discreta, aunque guarde silencio nunca olvida. Quien desestima espuelas, freno y brida, y al cabalgarte firme te sujeta, quien te prefiere indómita e inquieta, también te quiere ver estremecida. Quien te sueña desnuda, y aquiescente, pasión madura, y alma adolescente, quiere abordar, yacer y retener. Quien te mira y te admira tan lejana, teme que el sueño de hoy será mañana la solitaria aurora que fue ayer.
Los Angeles, 3 de julio de 2001
seperador
477 - A plena luz
A plena luz quisiera poseerte, no en penumbra enemiga del semblante; la oscuridad es máscara ignorante, y en claridad yo vengo a conocerte. Las sombras son alejamiento inerte, como estar sobre ti, y estar distante; quiero ser doblemente penetrante de tu entraña y tus ojos, al quererte. Rodando la mirada en los detalles que exploran boca y manos en los valles, colinas, grutas, de los dos unidos. Mirarte, verte, acariciarte, amarte, y a plena luz, a plena luz dejarte una explosión de amor en los sentidos.
Los Angeles, 4 de julio de 2001
seperador
478 - Imagen
No sé si quiero verte como eres, o como me pareces, y te veo; tu imagen se acomoda a mi deseo más que a la realidad de lo que fueres. Siguiendo tu verdad, matas o hieres la ilusión en que firmemente creo; si a la ilusión me aferro, y te moldeo, en parte vivirás, y en parte mueres. Nunca podré tenerte toda entera, fría verdad recóndita, y por fuera ficticia idea que de ti forjé. Optaré por la efigie elaborada a medias por la mente y la mirada, viéndote con los ojos de la fe.
Los Angeles, 4 de julio de 2001
seperador
479 - Sueño desolador
A tu piel me adherí mientras dormías en el silencio y sombra de tu lecho; batían tus latidos en mi pecho pero los míos no los percibías. Errante en las desiertas galerías de los sueños, ahogada en el estrecho callejón de un deseo insatisfecho, yo te llamaba y tú no respondías. Y al acercar mis labios a tu oído, emergió de los tuyos un gemido, como de quien se siente abandonado. Sueño desolador, tan absorbente que yo, abrazado a ti, te sentí ausente, y tú no me sentiste a ti abrazado.
Los Angeles, 5 de julio de 2001
seperador
480 - Miedo al amor
¡El miedo de sentir! Qué triste miedo, que por privarme de sufrir me priva de que la piel se reconozca viva, amordazando el grito: “Quiero y puedo.” Tiendo al avance, al punto retrocedo, reclama libertad mi alma cautiva, logra oportunidad, pero la esquiva, quedando presa de su propio enredo. El temor al amor en que me abraso sólo es temor al eventual fracaso, que tal vez nunca llegue a efectuarse. Y así, por una hipótesis, me niego la certeza de amar, y me repliego, dejando a la ilusión evaporarse.
Los Angeles, 6 de julio de 2001
seperador
481 - Siempre hacia ti
Desde la incertidumbre y la distancia vine hacia ti, y aún hoy sigo viniendo, me he introducido en ti, de ti dependo, parte integrante de tu circunstancia. Sin embargo no estoy. Ni tu fragancia penetra mi sentido, ni están viendo tu contorno mis ojos, y no entiendo de este estar y no estar la discrepancia. Deja la flecha el arco y da en la diana, vuela el rayo del sol a la ventana, rueda hacia el mar, y en él desagua el río. Y yo que hacia ti voy perpetuamente, no consigo llegar. Soy la corriente que sólo desemboca en el vacío.
Los Angeles, 6 de julio de 2001

Poemas

Tres hojas
Tres hojas vuelan al viento, no las quiero en mi diario; son tres palabras que intento borrar de mi diccionario. Si un día las escribí, hoy las repudio y rechazo; porque me niegan de ti cuanto supone el abrazo. Tres hojas vuelan…;que vuelen, que se alejen, que no quiero que me hostiguen ni desvelen, ni me obstruyan el sendero. Tres palabras de infinita angustia y desconfianza, cuyo sonido marchita el ensueño y la esperanza. Tres dagas: NO, NADA, LUEGO, que siniestramente brillan, y enmascaradas de juego bárbaramente acuchillan. Pero tres rosas fragantes que despunten a la aurora sobre su tallo oscilantes han de ser: SI, TODO, AHORA. Las dagas, por ti enterradas, por mí cortadas las rosas, y en las nuevas alboradas qué explosión de mariposas.
Los Angeles, 30 de junio de 2001
seperador
Háblame
La voz que hoy me llegó vive tu vida, en esa voz te arropas cuando me hablas, ella eres tú, flotando en el aliento que se desborda en tonos y palabras. Ajena a la estridencia del gentío, leve, aterciopelada, caricia en el oído, tan etérea, como si un dedo me tocara el alma. Más que voz es susurro, brisa que se columpia entre las ramas. Posee intimidad de noche oscura, afable placidez de luna clara. Te escucharía al decrecer las luces de las tardes de otoño bronceadas; te escucharía sin interrumpirte hasta nacer la aurora sonrosada; te escucharía, la mirada fija en tus ojos de sombra, que descargan nuevas voces, a la otra paralelas, no por mudas con menos resonancia. Tú eres tu voz, que roza mis mejillas, que estremece mi espalda, que me penetra suave, lentamente, como en el surco profundiza el agua. Háblame, que te escucho, que tengo más de ti en cada palabra.
Los Angeles, 1 de julio de 2001
seperador
Más allá de ti misma
Tan más allá de ti misma te encuentras, que mi palabra, aún anidando en tu oído, no puede ser escuchada; tan más allá, que mis dedos tocan tu piel, no tu alma; tan más allá, que te evades de mis brazos que te abrazan. Hay lejanías que acercan, contigüidad que distancia, espacios que se reducen, entornos que se dilatan. Estás conmigo y ausente, río de corriente clara que los álamos refleja, e indiferente se aparta, sin apropiarse su imagen temblorosa sobre el agua. Entre tus dos existencias se ha erigido una muralla, de un lado la que no escucha, de otro la que me acompaña. Si dividida te encuentras, si yo no puedo escalarla, ¿por qué no intentas reunirte de este lado con tu hermana? Mira que tú eres la tarde, mira que ella es la alborada, y no quiero que la noche pueda interponerse entre ambas. Que el beso que una reciba también en la otra recaiga, y mis dedos al tocarte, lleguen a la piel del alma.
Los Angeles, 4 de julio de 2001
Diseño: Carmen Álvarez
Poemas © Francisco Álvarez Hidalgo, Familia Álvarez, 1997-2014. Todos derechos reservados.