Breverías
1027
Me siento amado y esperado,
e irreversible es mi destino
hacia ese amor que se me ha dado
entre lo humano y lo divino;
aún sin estar enamorado,
hacia él hipnótico camino;
su entrega es fiel, su abrazo, fuerte,
su paz no requerida. Muerte.
1028
Mide la habitación, toda desnuda,
del lecho a la ventana, y vuelta al lecho;
rocío de sudor rueda en su pecho,
se detiene, sonríe, se me anuda.
Sobre su piel mis dedos. Suave roce.
Nuevo descubrimiento en cada lance.
Mi tacto horada, y quedan a mi alcance
fragmentos de alma que ella aún desconoce.
1029
Tormento a largo plazo, y alborozo
para un día no más. Ambos lo vimos.
Y aunque ambos lo aceptamos, nos hundimos
en el mar sin riberas del sollozo.
Ya no quiero nadar, mas sumergirme.
Quiero perder la luz, llegar al fondo.
¿Alguien llama?. No estoy, no le respondo.
Dile que en el dolor fui a diluirme.
1030
Fría lluvia en el rostro, honda tristeza
que apaga el cielo, enciende la amargura,
y abre a los pies siniestra sepultura
que hace tambalearse a la cabeza.
Lluvia obstinada, mano de uñas largas,
arañando los pliegues de la mente;
lluvia lenta, callada, persistente,
ahogando el alma en lágrimas amargas.
1031
Lámparas encendidas,
con aroma de inciensos orientales;
trémulas sombras sobre los murales
de vidas muertas que hoy recobran vidas.
Absurda paradoja;
la media luz revive trazo y tono,
pero en mi soledad y mi abandono,
la vida de sí misma se despoja.
1032
Persigo cada imagen que me evoca
tu propia imagen, tan de mí alejada;
tiendo la mano, que el vacío toca;
quedo sólo conmigo, con mi nada.
Atrapado en mí estoy, bola y cadena,
prisionero en mi propio calabozo,
y un rectángulo azul que me envenena,
ciega esperanza que no afluye al gozo.
1033
Quiero beber la luz, la primavera,
beberlas con tus ojos en los míos,
aunque progrese la cruel frontera
de los inviernos álgidos, sombríos;
quiero beber la luna, y la palmera,
y el mar, y las estrellas, y los ríos...,
cuanta belleza el universo incluye,
trasvasártela, y ver que de ti fluye.
1034
No sé si mis poemas te requieren,
o les reclamas tú, mas por ti nacen;
a ti van, en ti quedan, satisfacen
su pasión de vivir; sin ti se mueren.
Sonetos
720 - Treinta días
Treinta días, un mes, nuestro primero,
con el alma rodando entre las manos
envuelta en los mensajes cotidianos
que pavimentarían el sendero.
Cada palabra fue ágil mensajero
de esperanzas y júbilos lejanos,
de piel, latidos, sueños tan tempranos
que parecieran aire pasajero.
Revistiéronse pronto de firmeza,
hermanados de gozo y de tristeza,
cabalgando ilusiones y dolor.
La marcha de las horas, dura y lenta,
quiebra la mente, el ánimo revienta,
pero aún así, me afirmo en este amor.
Los Angeles, 1 de marzo de 2003
721 - El mar, tu mar
El mar, el mar, violento o apacible,
en playa de rumor, roca de estruendo,
oleaje de arcángeles muriendo
con beso suave o látigo irascible.
Dentro de ti otro mar se hace posible,
que semejantes rasgos va exhibiendo,
mismas aguas amargas irrumpiendo
ya en tenue flujo o ráfaga inflexible.
Tus huellas en la arena se evaporan,
tus infortunios en silencio lloran,
agua que en agua incurre y se intercala.
Agravio ayer, mañana incertidumbre,
y hoy soledad envuelta en pesadumbre,
triple daga feroz que te apuñala.
Los Angeles, 2 de marzo de 2003
722 - A mí también
A cuestas llevo una canción tan triste
que me sangra la espalda con su peso;
entre los labios se me muere un beso
de tantas veces que a nacer insiste;
la carne, despoblada, se reviste
de temblor que no lleva nombre impreso;
y en la pulpa apresada en cada hueso
callado grito de dolor persiste.
Qué turba de posibles desfigura
mi oscura realidad, y la fractura
en los fragmentos mil que van rodando.
Te repartes en varias direcciones,
y es una más de tus revelaciones
que a mí también, también, me estás amando.
Los Angeles, 3 de marzo de 2003
723 - En la separación
“¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?” (Neruda)
Si hoy o mañana en tacto fueras mía,
no ya en fugacidad, en permanencia
ignorante de dudas y de ausencia,
cómo tu propia vida absorbería.
La muerte, hoy tan cercana, tan sombría,
sería un ángel negro en decadencia,
olvidando clepsidras y violencia,
y entonando quizá una melodía.
No sé qué melancólica tristeza
sube del corazón a la cabeza,
nublando sentimiento y percepción.
Y en esa niebla, atónito y distante,
logro verte más grácil y radiante...
¿Te amaré aún más en la separación?
Los Angeles, 3 de marzo de 2003
724 - Desnudos
Me desvisten sus ojos, y los míos
van deshaciendo lúbricos el nudo
del borde de su blusa, y al desnudo
fluyen los senos libres como ríos.
Me desvisten sus manos, desafíos
que mis manos aceptan, y saludo
cada temblor con arrebato mudo,
rozando intimidad y escalofríos.
Y desnudos quedamos, frente a frente,
en atención inmóvil. De repente,
nace un abrazo de infinita calma;
como el aire de abril sobre la rosa,
sobre el ciprés la noche silenciosa...,
y a través de mi cuerpo le di el alma.
Los Angeles, 6 de marzo de 2003
725 - Lejos
Tantas ausencias, tantas lejanías,
forjadoras de acerbas soledades,
kilómetros geográficos, de edades,
de ideas, intenciones, fantasías.
Arrancamos de alegres melodías,
de esperanza inicial, de intensidades,
y nos devoran las adversidades
de tiempo, espacio y sus melancolías.
¿De qué sirven las nubes, las estrellas,
si no consiguen imprimir sus huellas
en la piel, aunque estén en la retina?
Lejos es apellido de la muerte,
algo que floreció, que yace inerte,
viejo palacio en lamentable ruina.
Los Angeles, 6 de marzo de 2003
726 - Ven y duerme conmigo
Cada noche me acuesto en la estructura
de sábanas de acero, y su dureza,
su frialdad, su rígida tristeza,
me oprimen con rigor de sepultura.
Sólo tu mano cálida, segura,
traerá esa elástica delicadeza
que poda el luto, lima la aspereza,
funde el acero a golpes de ternura.
Con ella ausente, temblará la llama
de mis sueños; sin ella se derrama
el agua de mi cántaro, mi fe.
Ven y duerme conmigo, en alianza
de cuerpo y alma, que la noche avanza,
y el corazón ya casi no te ve.
Los Angeles, 6 de marzo de 2003