Breverías
1044
Eres mujer de numerosos nombres
en voces que te llaman por quien eres;
cada nombre es martillo, y con él hieres
desde la ávida boca de tus hombres.
1045
Ven hacia mí dinámica y vencida,
reside en mí, pacífica o vibrante,
en la fragilidad del breve instante
que es el único pulso de la vida.
1046
Será miedo a perderte o compartirte,
o a hallar huellas extrañas en tu piel;
yo quiero ser el único cincel
que logre modelarte y esculpirte.
1047
Vestido estoy de cantos y poemas,
y cada nota y verso te reclama;
ataviada estás de luz y llama,
y de noche me alumbras y me quemas,
1048
Por tu nombre a las cosas voy llamando,
ya no hay roca, ni hay álamo, ni hay río,
aunque no me respondan, todo es mío,
y todo sabe que te estoy amando.
1049
Con la afabilidad del primer día,
con el atrevimiento del segundo,
con el dolor y la melancolía
del abrazo final, largo y profundo,
con la desesperanza y la agonía
de las últimas horas de este mundo;
así, con arrebato y sin estruendo,
voy, entre tus impulsos, irrumpiendo.
Sonetos
759 - Me iré en silencio
No me verás vencido por la muerte,
en tu lejana vida refugiada;
me iré en silencio, etérea bocanada
de humo blanco que en aire se convierte.
No habrá columna póstuma que alerte
dónde y cuándo morí; despreocupada
aleteará la brisa en la enramada,
esperando tal vez que me despierte.
Tendrá el mundo el mismo aire indiferente
de quien todo lo ha visto y nada siente,
los mismos ríos hacia el mismo mar.
Ni alma ni senda mantendrá mi huella;
me albergaré en la luz de alguna estrella
que no sabrás quizá identificar.
Los Angeles, 3 de abril de 2003
760 - Todo igual
Cuando te vayas, y te irás, las cosas
seguirán su trayecto somnoliento,
el tibio sol de invierno caerá lento
sobre las almas mustias de las rosas.
Indecisas irán las mariposas
en su zigzag perenne; torpe el viento,
se perderá en camino polvoriento,
y habrá temblor de estrellas luminosas.
Todo será como antes haya sido,
dulce la melodía, áspero el ruido,
azul el mar, radiantes las mañanas.
Todo igual, sin reproches, sin enojos,
y lágrimas brotando de mis ojos
en dos interminables caravanas.
Los Angeles, 4 de abril de 2003
761 - Dudoso sueño
Dejé sueños atrás, dejé esperanzas,
sólo traigo, en dolor amortajados,
arsenales de besos afilados
traspasando mis labios como lanzas.
Abandoné las mudas añoranzas
sepultadas en campos desolados;
me apuñalaron por los dos costados,
y retiré mi fe en sus alianzas.
Tengo miedo al recuerdo, que me instiga
a soñar y esperar, a que persiga
la ilusión que ha venido fracasando.
Voy a encerrarme en soledad oscura,
que quien sueño dudoso se procura
sólo a sí mismo se estará engañando.
Los Angeles, 4 de abril de 2003
762 - Ojos
He plantado en tus ojos nueva vida
que repite incesante las escenas
entre los dos labradas; las ajenas
ya no tienen entrada ni salida.
En mí has de ver la juventud florida
que un día poseyó torres y almenas;
en ti veré parterres y colmenas,
mío tu gozo; tu dolor, mi herida.
Aislada estás de todo, estoy aislado
de cuanto me separa de tu lado,
a través de tus ojos veo el mundo;
tu observación del mundo está en los míos;
los ojos anteriores, hoy vacíos,
no son más que destello moribundo.
Los Angeles, 5 de abril de 2003
763 - Sin antes ni después
Eres instante hipnótico, encendido,
que rehusa morir u oscurecerse;
acción que luchará por extenderse
más allá de los lindes del olvido.
Eres presente, un punto definido
que sabe pretender o estremecerse,
una fracción que no quiere perderse,
beso a la vez sorpresa y convenido.
Eres momento memorable, ahora,
rosa que exuberante se desflora
para vivir, muriendo en plenitud.
En este soplo de esplendor te quiero,
sin antes ni después, y en él espero
sorberte el alma en toda su amplitud.
Los Angeles, 5 de abril de 2003
764 - Mientras yo aquí
Fatigado de luz y de estridencia,
se arropa el día en la quietud oscura
de la cálida noche, en que se augura,
si leve asalto, leve resistencia.
Tiempo de intimidad, de confidencia,
sobre el diván, que en languidez madura;
y la intención furtiva se aventura
tal vez bajo escarceo de inocencia.
La mano es alpinista en la rodilla,
en avance gradual a la mejilla,
desplegándose en brazo sobre el hombro.
Los párpados descienden, sin desvío,
y habrá un beso en tus labios que no es mío,
mientras yo aquí entre lágrimas te nombro.
Los Angeles, 6 de abril de 2003
765 - Acude a renacerme
Maniatado en las sombras opresivas
de los sueños fallidos, mi costado
va siendo brutalmente devorado
por aves de rapiña vengativas.
Buitres de olvido, águilas esquivas
de desencanto, cuervos de acerado
pesimismo, me dejan mutilado,
inhábil para nuevas tentativas.
Acude a renacerme, que en tus manos
duermen relámpagos que, si cercanos,
sabrán estremecer mis energías.
Regenerado, y en la luz radiante,
reanudaré mis sueños, navegante
por el mar de tus noches y tus días.
Los Angeles, 6 de abril de 2003
766 - Dos semanas
Estos catorce días eran míos,
amasados de espera y esperanza,
catorce heridas a revés de lanza
sangrando en flujo de catorce ríos.
En amplitud de soledad, vacíos
de la sonrisa que en el alma danza,
escuadrón de amarguras, alianza
de congoja, temor y escalofríos.
Dos semanas, catorce eternidades,
y un difuso convoy de ambigüedades
rodando como tanques en la mente.
Perdí mis días, se quebró mi ensueño,
tendré palabras, pero el firme empeño
de soñar, quedará como yo ausente.
Los Angeles, 7 de abril de 2003
767 - Desaliento
Las nubes pasan, ¿las veré volver?;
los ríos fluyen, fluyen y se alejan;
las brisas me acarician y me dejan;
las palabras no saben responder.
¿Debemos olvidar o pretender,
si las cosas no son lo que reflejan?
Y a las voces amargas que se quejan,
alcanzará el descuido a enmudecer?
Ni pretensión, ni olvido, ni mutismo,
tal vez volver la vista al fatalismo,
sucede lo que tiene que ocurrir.
Habrá que desnudarse de ilusiones,
curtir la piel, blindar los corazones,
matar la luz, dormir...¿Dormir? Morir.
Los Angeles, 7 de abril de 2003
Poemas
Si supiera
Se descuelga la noche en las cornisas,
deslizando su sombra en los balcones;
al interior, penumbra en los rincones,
y media luz en lecho sin sonrisas.
El aire de la alcoba, saturado
de soledad y miedo; y el amante,
abrazado al insomnio, navegante
por un mar de dolor desesperado.
Si la pupila de la amada viera
la sangre que en el alma se derrama;
si oyera el grito que en silencio clama;
si supiera de amor, ah, si supiera...
Los Angeles, 27 de marzo de 2003