Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Resurgimiento

Índice

Sonetos:
Sin amargura Quiero Brindis Resurgimiento Viejo camino Dame el dolor Oasis Sacrificio Soledad
Poemas:
Llegaste
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Breverías

1079
El alma enferma, irremediablemente contagiada de ti, firme rechaza la terapia habitual; sólo consiente el bálsamo del brazo que la abraza.

1080
Me has prestado la cruz de tus dolores, y la he llevado al hombro, en tu asistencia. Cuando mi cruz clavaba sus rigores en mi espalda, (derrotas y temores), tú, indolente, dormías en la ausencia.

1081
En el hogar tan ágiles las llamas, en la ventana tan risueño el día, el viento tan galán por los balcones, el silencio dormido entre las ramas, y en esta plácida mañana mía se desangra mi invierno a borbotones.

1082
Temblores en las yemas de mis dedos acechan tus recursos, tus instantes; llevo hacia ti, en ofrecimientos quedos, larga tropa de tactos vacilantes. No prepares la guerra, abre tu plaza a esta invasión de paz y de alborozo; desármate en sonrisas; desenlaza la cinta de la túnica hacia el gozo.

1083
Se despereza el tono de mi nombre, abrazado a tu voz, sobre mi oído; en tu silencio se acunó, dormido, y hoy despertó más ágil y más hombre. Soy más cristal, más bronce, más relieve, cuando tu voz de pétalo me llama; traslúcido, vibrante, con un leve tacto que entre los dedos se derrama.

1084
Moriré de esa utópica esperanza que soñamos tener, aunque no existe; sólo es fantasmagórica alianza de creer y crear, sombra que insiste en ser azul brillante en lontananza, sin ser más que perfil vacío y triste. Creamos ilusiones, las creemos, y al salir en su busca, nos perdemos.

Sonetos

826 - Sin amargura
Ya el recuerdo ni hiere ni fatiga, subió del corazón a la memoria, lo que fue poesía es hoy historia, y la que amante fue, ya es sólo amiga. Alma tuve con marca de mendiga, bordoneando la amplia trayectoria del beso de dolor al de la euforia, del gesto natural al de la intriga. Una tarde sin sol, nubes plomizas, y sendero de arenas movedizas, el alma sucumbió a su propia carga. Sudó sangre, sus trovas se apagaron, pero al fin sus recuerdos recobraron nivelación nostálgica, no amarga.
Los Angeles, 12 de julio de 2003
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827 - Quiero
Quiero salir de mí para no verte, vagar por ese anónimo sendero donde soy exclusivo viajero, y donde nadie con mi huella acierte. Quiero esta soledad que en mí se vierte cual si mi opción hubiera sido; quiero ser de mí mismo sólo prisionero, y sonreir al beso de la muerte. Quiero cerrar los ojos del recuerdo, y, si vacío ya de mí, me pierdo, deambularé imperecederamente; en mi propia, implacable compañía, que por ser implacable y por ser mía nunca será ni infiel ni indiferente.
Los Angeles, 12 de julio de 2003
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828 - Brindis
Mejor a la intemperie y en la estera, como perro en quietud, que haber venido a este banquete en que se sirve olvido en tan ásperas copas de madera Si no me permitís quedarme fuera, dadme sangre a beber, de árbol caído, en cáliz de dolor enrojecido, brindando hasta caer por la escalera. He de embriagarme alerta, recordando; si mis pies se trabaran, tropezando y en claridad de mente avanzaré. Mas sin cerrarme a ayer sordo ni ciego, lo que un día viví, no me lo niego, parte de mí será como lo fue.
Los Angeles, 12 de julio de 2003
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829 - Resurgimiento
Te miraré otra vez, y habrá una lenta, frágil indecisión en tu mirada; tal vez ruede una lágrima callada, aunque tu voluntad no lo consienta. Una lágrima afable, que se asienta entre mis dedos, cuna sosegada, leve caricia de alma desmayada, tímida a la sonrisa, aunque lo intenta. Desaguará la tarde en mudo abrazo, mientras mi propia lágrima disfrazo en tu mata de pelo, sobre el hombro. En la bucólica hora temblorosa que precede a la noche, habrá una rosa pugnando por brotar en el escombro.
Los Angeles, 16 de julio de 2003
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830 - Viejo camino
Se han abierto ante mí nuevas veredas, flanqueadas de aromas y colores que el recuerdo olvidó cuando otras flores granaban en mis viejas alamedas. Mi carreta avanzó, pero las ruedas chirriaron en protesta; sus clamores eran súplica y veto, precursores de ruina de incendiadas arboledas. Y detuve la marcha. Fresca brisa me acarició la frente; una sonrisa pareció renacer de mi pasado. Y me reincorporé al viejo camino, no sé si en sensatez o en desatino, la llaga lo dirá de mi costado.
Los Angeles, 16 de julio de 2003
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831 - Dame el dolor
Condenados estamos a tristeza, a temor, titubeo, incertidumbre, mas la peor sentencia es la costumbre, que mina la más firme fortaleza. No permitas que imponga mi cabeza reglas al sentimiento, aunque vislumbre grietas de insensatez en su techumbre; deténme al punto, si mi fe bosteza. La mente arrastra método, rutina, pero es el corazón quien determina si has de existir o de vivir la vida. Dame el dolor con el amor, que quiero más amarte con llanto y desespero, que en apatía inmóvil, sin herida.
Los Angeles, 17 de julio de 2003
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832 - Oasis
He sentido tu pulso. Las primeras palpitaciones desde que te fuiste; quizá, aunque has vuelto, te aparezca triste, y así están en la arena las palmeras. Oasis, soledades sin fronteras, donde el sol de la sombra se reviste, donde el agua a la sed no se resiste, pero las huellas son perecederas. No quiero ser oasis que transitas, circunstancial, sino ciudad que habitas, penetrando en mi tierra tus raíces. Ciudad amurallada, en que sus puertas, manteniéndose holgadamente abiertas, te den salida, sin que la utilices.
Los Angeles, 17 de julio de 2003
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833 - Sacrificio
Hoy a los dioses me alzo en oraciones, al dios del sentimiento, al del sentido, al dios del buen placer, y del prohibido, al del sosiego y de las vibraciones. Sobre el altar, en tibias erupciones de volutas de incienso adormecido, inmolaré una víctima de olvido, desangrando abandono y transgresiones. Ascenderá el olor del sacrificio hasta el lúbrico Olimpo, y un bullicio de dioses en revuelo crecerá. Tal vez en un relámpago me envíen la señal de que atienden y sonríen... tal vez ella de nuevo me amará.
Los Angeles, 17 de julio de 2003
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834 - Soledad
Hoy la brisa remolca soledades, las arrastra hacia mí, me las impone, y me exige que olvide y que perdone, firmando el fin de las hostilidades. Nunca fui hostil; en las adversidades, ya el corazón se abstenga o apasione, ya la mente enmascare o distorsione cuanto la vida exhibe por verdades; siempre avanzo con paso mesurado, mi pie en la huella que otro haya marcado, y mi idea en la impronta de su idea. Así comprendo a quien me veja o hiere..., mientras mi espíritu se agosta y muere en esta soledad que me rodea.
Los Angeles, 18 de julio de 2003

Poemas

Llegaste
Quebrándose las olas, e insistentes, volviendo a fragmentarse, navegando las nubes por su mar azul, en calma, adormecida el agua en el remanso, el aire quejumbroso entre las ramas, la lluvia en el cristal, murmullo y llanto, sueño de las estrellas en la noche, primavera sensual de abril y mayo, sonrisa en languidez de la alborada, melancólica sombra del ocaso... Llegaste a mí, tan silenciosamente, quedándote en el hueco de mi abrazo.
Los Angeles, 12 de julio de 2003
Diseño: Carmen Álvarez
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