Breverías
1079
El alma enferma, irremediablemente
contagiada de ti, firme rechaza
la terapia habitual; sólo consiente
el bálsamo del brazo que la abraza.
1080
Me has prestado la cruz de tus dolores,
y la he llevado al hombro, en tu asistencia.
Cuando mi cruz clavaba sus rigores
en mi espalda, (derrotas y temores),
tú, indolente, dormías en la ausencia.
1081
En el hogar tan ágiles las llamas,
en la ventana tan risueño el día,
el viento tan galán por los balcones,
el silencio dormido entre las ramas,
y en esta plácida mañana mía
se desangra mi invierno a borbotones.
1082
Temblores en las yemas de mis dedos
acechan tus recursos, tus instantes;
llevo hacia ti, en ofrecimientos quedos,
larga tropa de tactos vacilantes.
No prepares la guerra, abre tu plaza
a esta invasión de paz y de alborozo;
desármate en sonrisas; desenlaza
la cinta de la túnica hacia el gozo.
1083
Se despereza el tono de mi nombre,
abrazado a tu voz, sobre mi oído;
en tu silencio se acunó, dormido,
y hoy despertó más ágil y más hombre.
Soy más cristal, más bronce, más relieve,
cuando tu voz de pétalo me llama;
traslúcido, vibrante, con un leve
tacto que entre los dedos se derrama.
1084
Moriré de esa utópica esperanza
que soñamos tener, aunque no existe;
sólo es fantasmagórica alianza
de creer y crear, sombra que insiste
en ser azul brillante en lontananza,
sin ser más que perfil vacío y triste.
Creamos ilusiones, las creemos,
y al salir en su busca, nos perdemos.
Sonetos
826 - Sin amargura
Ya el recuerdo ni hiere ni fatiga,
subió del corazón a la memoria,
lo que fue poesía es hoy historia,
y la que amante fue, ya es sólo amiga.
Alma tuve con marca de mendiga,
bordoneando la amplia trayectoria
del beso de dolor al de la euforia,
del gesto natural al de la intriga.
Una tarde sin sol, nubes plomizas,
y sendero de arenas movedizas,
el alma sucumbió a su propia carga.
Sudó sangre, sus trovas se apagaron,
pero al fin sus recuerdos recobraron
nivelación nostálgica, no amarga.
Los Angeles, 12 de julio de 2003
827 - Quiero
Quiero salir de mí para no verte,
vagar por ese anónimo sendero
donde soy exclusivo viajero,
y donde nadie con mi huella acierte.
Quiero esta soledad que en mí se vierte
cual si mi opción hubiera sido; quiero
ser de mí mismo sólo prisionero,
y sonreir al beso de la muerte.
Quiero cerrar los ojos del recuerdo,
y, si vacío ya de mí, me pierdo,
deambularé imperecederamente;
en mi propia, implacable compañía,
que por ser implacable y por ser mía
nunca será ni infiel ni indiferente.
Los Angeles, 12 de julio de 2003
828 - Brindis
Mejor a la intemperie y en la estera,
como perro en quietud, que haber venido
a este banquete en que se sirve olvido
en tan ásperas copas de madera
Si no me permitís quedarme fuera,
dadme sangre a beber, de árbol caído,
en cáliz de dolor enrojecido,
brindando hasta caer por la escalera.
He de embriagarme alerta, recordando;
si mis pies se trabaran, tropezando
y en claridad de mente avanzaré.
Mas sin cerrarme a ayer sordo ni ciego,
lo que un día viví, no me lo niego,
parte de mí será como lo fue.
Los Angeles, 12 de julio de 2003
829 - Resurgimiento
Te miraré otra vez, y habrá una lenta,
frágil indecisión en tu mirada;
tal vez ruede una lágrima callada,
aunque tu voluntad no lo consienta.
Una lágrima afable, que se asienta
entre mis dedos, cuna sosegada,
leve caricia de alma desmayada,
tímida a la sonrisa, aunque lo intenta.
Desaguará la tarde en mudo abrazo,
mientras mi propia lágrima disfrazo
en tu mata de pelo, sobre el hombro.
En la bucólica hora temblorosa
que precede a la noche, habrá una rosa
pugnando por brotar en el escombro.
Los Angeles, 16 de julio de 2003
830 - Viejo camino
Se han abierto ante mí nuevas veredas,
flanqueadas de aromas y colores
que el recuerdo olvidó cuando otras flores
granaban en mis viejas alamedas.
Mi carreta avanzó, pero las ruedas
chirriaron en protesta; sus clamores
eran súplica y veto, precursores
de ruina de incendiadas arboledas.
Y detuve la marcha. Fresca brisa
me acarició la frente; una sonrisa
pareció renacer de mi pasado.
Y me reincorporé al viejo camino,
no sé si en sensatez o en desatino,
la llaga lo dirá de mi costado.
Los Angeles, 16 de julio de 2003
831 - Dame el dolor
Condenados estamos a tristeza,
a temor, titubeo, incertidumbre,
mas la peor sentencia es la costumbre,
que mina la más firme fortaleza.
No permitas que imponga mi cabeza
reglas al sentimiento, aunque vislumbre
grietas de insensatez en su techumbre;
deténme al punto, si mi fe bosteza.
La mente arrastra método, rutina,
pero es el corazón quien determina
si has de existir o de vivir la vida.
Dame el dolor con el amor, que quiero
más amarte con llanto y desespero,
que en apatía inmóvil, sin herida.
Los Angeles, 17 de julio de 2003
832 - Oasis
He sentido tu pulso. Las primeras
palpitaciones desde que te fuiste;
quizá, aunque has vuelto, te aparezca triste,
y así están en la arena las palmeras.
Oasis, soledades sin fronteras,
donde el sol de la sombra se reviste,
donde el agua a la sed no se resiste,
pero las huellas son perecederas.
No quiero ser oasis que transitas,
circunstancial, sino ciudad que habitas,
penetrando en mi tierra tus raíces.
Ciudad amurallada, en que sus puertas,
manteniéndose holgadamente abiertas,
te den salida, sin que la utilices.
Los Angeles, 17 de julio de 2003
833 - Sacrificio
Hoy a los dioses me alzo en oraciones,
al dios del sentimiento, al del sentido,
al dios del buen placer, y del prohibido,
al del sosiego y de las vibraciones.
Sobre el altar, en tibias erupciones
de volutas de incienso adormecido,
inmolaré una víctima de olvido,
desangrando abandono y transgresiones.
Ascenderá el olor del sacrificio
hasta el lúbrico Olimpo, y un bullicio
de dioses en revuelo crecerá.
Tal vez en un relámpago me envíen
la señal de que atienden y sonríen...
tal vez ella de nuevo me amará.
Los Angeles, 17 de julio de 2003
834 - Soledad
Hoy la brisa remolca soledades,
las arrastra hacia mí, me las impone,
y me exige que olvide y que perdone,
firmando el fin de las hostilidades.
Nunca fui hostil; en las adversidades,
ya el corazón se abstenga o apasione,
ya la mente enmascare o distorsione
cuanto la vida exhibe por verdades;
siempre avanzo con paso mesurado,
mi pie en la huella que otro haya marcado,
y mi idea en la impronta de su idea.
Así comprendo a quien me veja o hiere...,
mientras mi espíritu se agosta y muere
en esta soledad que me rodea.
Los Angeles, 18 de julio de 2003
Poemas
Llegaste
Quebrándose las olas, e insistentes,
volviendo a fragmentarse, navegando
las nubes por su mar azul, en calma,
adormecida el agua en el remanso,
el aire quejumbroso entre las ramas,
la lluvia en el cristal, murmullo y llanto,
sueño de las estrellas en la noche,
primavera sensual de abril y mayo,
sonrisa en languidez de la alborada,
melancólica sombra del ocaso...
Llegaste a mí, tan silenciosamente,
quedándote en el hueco de mi abrazo.
Los Angeles, 12 de julio de 2003