Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Carencia

Índice

Sonetos:
Trashumante Recuerdo A plena luz De espaldas Tu silencio De nuevo Carencia Este amor Adiós Temo lo potencial Cuando más lo necesite
Poemas:
Cambios
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Breverías

1085
Gozos de la mañana desaguan en la tarde, avidez de la tarde en la noche se desgrana, y en la incierta penumbra, donde el ímpetu arde, temores de la noche perforan la mañana

1086
Catalogando ruinas y despojos dentro del alma, pude ver, sin gloria, la espalda del olvido, no sus ojos, que los ojos son pródiga memoria.

1087
Hay días que parecen inalterable aurora de relojes inmóviles, hostiles al ocaso, como si el tiempo fuera largo río que ignora la voz de las mareas, y detuviera el paso. Son los días que olvidan la noche oscura, densa, con la vida en el fondo silencioso de un pozo, la interminable noche del olvido y la ofensa, que cede a la caricia, la fe y el alborozo.

1088
El cielo, la ciudad, el aire, el río, cuanto me toca, veo, absorbe, llama, no suscitan en mí el escalofrío que tú desatas junto a mí en la cama. Ciudad desierta, cielo encapotado, aire intangible, río que separa..., como si fuera mío, está a mi lado, mas sin rozarme, como tú, la cara.

1089
Se me desborda el alma en llamaradas en breves noches, súbitas auroras; tanto amor no me cabe en pocas horas, házmelas, como intensas, prolongadas.

1090
Tuve sombra y dolor, y los perdí al alargar tu mano hacia la mía; recuperé la luz, ahora es de día, no dejes que anochezca en mí sin ti.

Sonetos

835 - Trashumante
¿Cuántas más agonías en el huerto de mi Getsemaní vendrán a herirme? ¿Cuántas veces, Señor, he de morirme, si Tú mismo una sola vez has muerto? En mi hemorragia, a corazón abierto, ¿cuántas veces, Amor, has de abatirme? ¿Cómo podré encontrarte, o evadirme, en el ciego arenal de mi desierto? Vienes, te vas, te anuncias, y no llegas; si no te has de quedar, ¿por qué te entregas? Si te otorgas, ¿por qué no permaneces? Eres un río en éxodo constante, en apariencia aquí, mas trashumante: ni vienes, ni te das, sólo te ofreces.
Los Angeles, 20 de julio de 2003
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836 - Recuerdo
“Vaya la rosa con su olor a cuestas, el recuerdo conmigo, y yo con nadie”. (Antonio Gala)
Se me han desfigurado los colores de tu recuerdo; hay un otoño frío destiñendo dorados del estío, verdes de mayo en tallos de temblores. Hoy el recuerdo es gris, sin más rumores que el viento entre los álamos, sombrío, colgado de las ramas, y vacío de fragancias, de azul, de ruiseñores. Las hojas secas volarán mañana en obtuso ballet, con la desgana de quien todo perdió y sólo le queda en la memoria un viejo árbol desnudo, el árbol del recuerdo, tosco, mudo, ceñido de incolora polvareda.
Los Angeles, 20 de julio de 2003
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837 - A plena luz
No me beses a oscuras, no le niegues al tacto el complemento de la vista; cuando tu piel, de noche, se desvista, que a plena luz, a plena luz te entregues. A plena luz avanza, no repliegues dedos que exploran, pulso que conquista; cada relieve, grieta, hueco, arista, olas serán del mar en que navegues. La luz es mi aliada, y es la tuya, que la sombra fantasma no la obstruya, en eclipse de lunas indefensas; ni tus párpados forjen la tiniebla, porque cada pupila se repuebla de cuantas rosas en el alma piensas.
Los Angeles, 21 de julio de 2003
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838 - De espaldas
De espaldas al dolor que llamo mío aunque viene de ti y por ti subsiste; de espaldas a la llama que encendiste en el hogar del alma, hoy tan sombrío. De espaldas a los besos que te envío, y quizá a los que un día recibiste; de espaldas a este amor, que se resiste a la extinción, en desamparo y frío. Ayer fue el aire entre ambos transparente, tiempo en que nos mirábamos de frente, de cálida palabra, gesto afable; Hoy te sigo mirando, y sólo veo tu espalda entre la niebla, mausoleo de sueños en un sueño imperturbable.
Los Angeles, 21 de julio de 2003
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839 - Tu silencio
Tu silencio me mancha el verde claro del recuerdo que integra tu paisaje, debilita los brazos del ramaje, y en orfandad me deja, en desamparo. Mi serena arboleda, ¿qué disparo de extraño cazador causó el ultraje de apagar en las aves el lenguaje, dejar la brisa en repentino paro? Adormecidos canto y bisbiseo, el pino ha interrumpido el galanteo de la encina, el arroyo baja mudo. Ah, tu campo y tu bosque sin rumores, tan desvalidos, tan desoladores, sombra en la mente, en la garganta nudo.
Los Angeles, 23 de julio de 2003
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840 - De nuevo
¿Olvidará mi mano la distante curvatura sutil de tu mejilla, y el surco de tu llanto en el que brilla trémulo el duelo del postrer instante? Qué larga es la partida. Hacia delante, interminable espada que acuchilla, y hacia atrás nave de oro, cuya quilla trazó frágil estela fluctuante. Debe la nave retornar al puerto repitiendo la estela a mar abierto, si ligera y efímera, genuina. No importa el rastro, sino casco y velas, mi viejo galeón, que te revelas íntegro de mi mano a mi retina.
Los Angeles, 24 de julio de 2003
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841 - Carencia
¡Cuánto dolor he caminado, cuánto! Por las campiñas mustias, los oteros, las ciudades de espíritus severos, las tierras que han desatendido el canto. Abatido cien veces, me levanto otras cien; se vacían mis graneros, y los vuelvo a llenar; si a mis senderos interrumpen murallas, me agiganto. Logro imponerme, dominar las cosas, pero evadiéndose de mí las rosas, miro mis manos llenas y vacías. Ay, que esa plenitud no satisface, y esa carencia el alma me deshace, inútiles, sin ti, noches y días.
Los Angeles, 24 de julio de 2003
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842 - Este amor
Todo este amor crucificado en pena, este amor, sin morir, resucitado, ávido amor al júbilo abrazado, que en plenitud ni juzga ni condena; este amor que sacude su melena en la noche del beso desbocado, este amor visceral, ya despoblado de zozobra y temor de casa ajena; este amor hoy sazona, no envejece, ni se pregunta ya quién se merece, simplemente se brinda y se adjudica. Agua en tu aljibe que la sed mitiga, pan candeal meciéndose en la espiga, campana de oro que por ti repica.
Los Angeles, 25 de julio de 2003
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843 - Adiós
Cuando el adiós sea una nube lenta que no descargue el vientre en aguacero, o mano de indeciso ballestero que a punto de disparo se arrepienta, sabrás que el corazón de la tormenta ha perdido vigor, y que el acero de la flecha es inmóvil prisionero que en mano y cuerda su volar asienta. El adiós morirá, como se muere el puño del rencor, que ya no hiere, porque se ha abierto en mano de ternura. Y un temblor, desatado entre los dedos, ahuyentado polémicas y miedos, a la suave caricia se apresura.
Los Angeles, 28 de julio de 2003
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844 - Temo lo potencial
Ya no me duele ayer, duele mañana, no duele lo concreto, mas lo abstracto, tiembla el alma de cara a lo inexacto, que en amenaza y duda se desgrana. El vaso de cristal o porcelana quebrado sobre el suelo en el impacto, vertió su sangre y llanto, el vaso intacto intimida en sospecha cotidiana. Temo lo potencial, no la certeza, no lo caído, mas lo que tropieza, amagando derrotas o fracasos. No lo que he visto, mas lo que adivino, ese hipotético y amargo vino que rebasa los bordes de mis vasos.
Los Angeles, 30 de julio de 2003
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845 - Cuando más lo necesite
“Amame cuando menos lo merezca, pues será cuando más lo necesite” (Anónimo)
En el tiempo más trágico y oscuro, al convertirme en sombra y en olvido, y en la frente la marca del vencido, por ti guardé mi sentimiento puro. Hoy duermo junto a ti, pero el futuro ni escrito en bronce está, ni viene ungido con la exclusividad del elegido; es un débil perfil gris, inseguro. Podrá el azar lanzarme por la senda que tú ya has recorrido, y que me extienda hacia otra zona en que el amor habite. Ya junto a ti, o aparte permanezca, “ámame cuando menos lo merezca, pues será cuando más lo necesite”
Los Angeles, 30 de julio de 2003

Poemas

Cambios
Se oirá el redoble de un tambor lejano, llamando a las brigadas irascibles del desencanto y la desesperanza, arrancadas de cuajo las raíces de ensueños y promesas, y en su avance por las tierras estériles y grises de agónicos recuerdos, caerán muertas las palabras que pugnan por decirse. La fe, olvidando su canción de ciego, ciega persistirá; mudas y tristes nacerán las futuras primaveras, mientras la luz del júbilo se extingue. Otros encenderán lámparas vivas, en altares de fe; claros violines destellarán armónicos reflejos; en mi piel brillarán las cicatrices. Tú me verás mañana igual que ayer, más entrado en nostalgia, algo más libre; no sé si te verás como te veo, mas nunca podré verte como fuiste.
Los Angeles, 21 de julio de 2003
Diseño: Carmen Álvarez
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