Breverías
1265
Tu mirada extranjera
no se detuvo en mí, cruzó de paso;
quise brindar por ti, y alcé mi vaso,
mas ya no estabas, y mi sed no espera…
1266
Agua tibia de lluvia, que fue río,
que fue al mar, luego al cielo, y hoy regresa,
perenne trotamundos, y atraviesa
de nostalgia el cristal…Escalofrío.
1267
No bastan las palabras, son aladas
y vuelan, renunciando compromisos;
los sentimientos son menos precisos,
pero nos dejan huellas sus pisadas.
1268
Sin casi conocerte has sido mía,
extático el silencio de la entrega;
al tuyo mi silencio respondía…
Lengua muda se expresa cuando juega.
1269
Calor irradio; si te acercas, arde;
incesante mi llama se propaga,
nada la disminuye ni la apaga;
sé leño de mi fuego, nunca es tarde.
Sonetos
1176 - Yo te inventé
No te has muerto, ni vives, ni naciste,
yo te inventé, fuiste una idea mía,
tenue fantasma de mi profecía
que no llegó a cumplirse, que aún persiste.
Tu realidad no ocurre, se resiste,
sólo proyecto en ciernes todavía;
tu condición ficticia es travesía
hacia un final en que la vida existe.
Yo te sigo pensando, y esculpiendo
a golpes de intelecto, descubriendo
nuevos estratos, nuevas propiedades.
Y un día llegarás, firme, tangible,
síntesis seductora, irresistible,
de mi virtud y mis perversidades.
Los Angeles, 20 de noviembre de 2004
1177 - Pesimismo
Se van, mueren también los ruiseñores
que en inmóvil, gentil revoloteo
fueron minúsculo, sutil flirteo
en la regia asamblea de las flores.
Se van muriendo luces y rumores,
ojos y oídos quedan sin empleo,
sólo hay sombra y silencio, y el deseo
se ha de morir también de mal de amores.
La vida está cansada y se rezaga,
el bergantín de la ilusión naufraga,
no se cierra la caja de Pandora,
de cuyo fondo ha huído la esperanza.
La muerte inexorablemente avanza,
y ésta será tal vez la última hora.
Los Angeles, 20 de noviembre de 2004
1178 - La belleza
Si no hubiera encontrado la belleza
cierta mañana azul, iridiscente,
si no me hubiera herido de repente
mezclando el corazón con la cabeza…
Logré arrancar precintos y corteza
de mi universo, fui clarividente,
quedó mi alma desnuda, y por el puente
de mi castillo huía la tristeza.
Hay en mí una explosión de primaveras,
y se han desmoronado las barreras
excluyentes de mundos visionarios.
La belleza, cruzando por la vida
bajo disfraz, que no es reconocida
sino por corazones solitarios.
Los Angeles, 20 de noviembre de 2004
1179 - Hasta el fondo
No eres tangible aunque febril abrazo
te encierre en sus tentáculos de acero;
tu disfraz no revela lo que quiero;
mi mano, rúbrica de incierto trazo.
Tan limitado estoy, soy martillazo
que sólo hiere el aire, no el madero;
melodía en silencio, o extranjero
entre la bienvenida y el rechazo.
Mi mano es el bajel que se desliza,
no la raíz vital que profundiza,
absorbiendo el vigor de tu subsuelo.
Sin pasar de la piel, ¿cómo te encuentro?
Amo tu periferia, pero es dentro
donde quiero nadar y alzar el vuelo.
Los Angeles, 21 de noviembre de 2004
1180 - Desnuda
¿Has venido desnuda? ¿Por qué senda?
¿Viste el disfraz de la virtud fingida?
¿Tropezaste en mirada sorprendida,
o el ojo hipócrita embozó su venda?
A quien tu pura desnudez ofenda,
alma de harapos o satén vestida,
otorga la sonrisa indefinida
que más intrigue cuando no se entienda.
Absurdo carnaval que nos rodea,
o es el puritanismo de la aldea,
o es el prostíbulo de la ciudad.
Y entrambos tú, desnuda, diferente,
sin disfraz, sin rubor, tan transparente
que eres toda candor, toda verdad.
Los Angeles, 23 de noviembre de 2004
1181 - Ese cuerpo
Ese cuerpo pagano que acarreas,
cada vez más pesado, más oscuro,
desmoronándose, vencido muro
que encaró ayer del tiempo las mareas;
ánfora cuarteada en que aún moldeas
joven espíritu a la vez maduro,
conjugando en ambiguo claroscuro
turbios deseos, diáfanas ideas…
Aunque a su peso tiemblen tus rodillas,
le quedan tantas intrigantes millas
por recorrer, y tantos hospedajes…
Pasa la copa con el vino añejo,
que se congrega en torno a ti el cortejo
de las bocas sedientas y salvajes.
Los Angeles, 25 de noviembre de 2004
1182 - En libertad
Has suprimido normas y fronteras,
ya no hay nada prohibido o demarcado;
dinamitaste el último candado
y corren libres nuestras propias fieras.
Aún arden extramuros las hogueras
de heréticos prejuicios, y el tinglado
de sus autos de fe, desmoronado,
atestigua otros usos y maneras.
El mundo, tal como era, ya no existe
desde que en desnudez entretejiste
tu voluptuosidad en nueva trama.
No hay nada alrededor, nada delante,
nada detrás, tan sólo hay un amante
que en su lúbrica amante se derrama.
Los Angeles, 29 de noviembre de 2004
Poemas
Palestina
Una vez más, Dios calla avergonzado
de su pueblo elegido.
El siervo liberado
del puño de Ramsés, se ha revestido
del hierro y de la seda
de los sátrapas que antes le oprimieron.
Mientras la máquina de guerra rueda,
David y Goliat, que ayer midieron
sus fuerzas en el campo de batalla,
hoy intercambian estrategia y talla.
David es el gigante
de fiero porte y lanza arrolladora,
tan cerril y brutal como arrogante;
y es Goliat la juventud que ignora
la amenaza y la muerte,
su arma la piedra, su razón más fuerte.
Ese pueblo de Dios, que Dios nombrara
de la dura cerviz, de cuya fuente,
padre Abraham, prolífico brotara
este otro pueblo apátrida, indigente,
hijo también de Dios, que ahora agoniza
bajo la fuerza bruta fronteriza.
Se ha instalado en Sión la encarnizada
furia hostil de Nabucodonosor,
Gaza y Ramalla gritan el dolor
de la vida truncada.
De los olivos cuelgan silenciosas
las cítaras que ayer fueron festejos;
mueren los niños, sólo se hacen viejos
desencantos y vías dolorosas.
Patria sin patria, historia sin futuro,
tierra rasgada en dos
por la vergüenza injusta de otro muro;
Berlín, Berlín, oh Palestina, oh Dios.
Los Angeles, 22 de noviembre de 2004