Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Rostros

Índice

Sonetos:
Retrato de mujer (I) Retrato de mujer (II) En silencio Cuánto he tardado Su rostro
Poemas:
Poesía en internet Con tus palabras Su propio nombre Momento
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Breverías

1171
Tu luz no aumentará su resplandor apagando la luz de tus hermanos; irradia lo que nace entre tus manos, y difundan los otros su fulgor.

1172
Quedar al fin de tu camino hundido en los brazos helados de la muerte no es corroboración de haber vivido.

1173
De tal manera te amaré que pueda, no ya vivir contigo aquí o allí, o avanzar por idéntica vereda, mas cuando a ti mi espíritu proceda, me haga incapaz de subsistir sin ti.

1174
La edad no nos protege del amor, pero el amor protege de la edad; quien ama vuelve a ser el gladiador que fortalece su vitalidad

1175
No te limites, ama sin medida, que el amor ni restringe ni decrece; no quedará una lámpara extinguida al propagar su llama; es una vida que cuanto más se da, más permanece.

1176
La paz florecerá en la tierra, cuando el poder del amor venza y domine al amor del poder, y determine cada cual sus conquistas sólo amando.

1177
Qué infortunio brutal, qué destructivo, llevar el alma muerta dentro del cuerpo aún vivo.

Sonetos

1031 - Retrato de mujer (I)
No sabría decir si en la mirada o en los labios radica la sonrisa; en el rostro hay quietud, pero la prisa hierve bajo la piel en llamarada. Puede ser la borrasca alborotada, o la caricia suave de la brisa, Afrodita impulsiva, o Artemisa de la serena noche plateada. Los ojos me penetran, se me ofrecen, y al borde de mi mente desvanecen cada intención, proyecto o pensamiento. Doblarán mis sentidos a rebato, arrancaré su imagen del retrato, y temblará de amor bajo mi aliento.
Los Angeles, 5 de febrero de 2004
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1032 - Retrato de mujer (II)
Vendrás, te besaré, ya estoy besando la curva de tu boca. No es un beso recíproco, ni tenso, ni travieso, es beso que aún no sabe dónde y cuándo. Beso ilegítimo, de contrabando, que desconoces, porque no va impreso sobre tus propios labios, en progreso de suavidad a exaltación, libando. Te miro sin que puedas percibirlo, en fuego estoy, y no quiero extinguirlo, lo sientes en tu piel sin entenderlo. Y sigo contemplándote, y sonrío, porque te reconozco como un río que ya fluye hacia mi, sin pretenderlo.
Los Angeles, 6 de febrero de 2004
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1033 - En silencio
Si voy a ti, requiero tu mirada vistiéndome la piel que me desnudas; necesito tus manos sordomudas hablando y escuchando, tú callada. Callaré yo también. En retirada pasarán las palabras, nubes mudas; ya volverán, mas no mientras me anudas en abrazo y silencio alborozada. La voz es tenue ráfaga de viento capaz de sofocar en un momento la delicada, temblorosa llama parpadeando dentro de uno mismo. Hazme el amor al fondo del mutismo, ya hablaremos después sobre la cama.
Los Angeles, 14 de febrero de 2004
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1034 - Cuánto he tardado
Intenta el ángel negro ahogarme el canto, saciar mi sed en ánforas vacías, trocar en sombra luminosos días, y la esperanza en víspera de llanto. Luego apareces; firme me abrillanto, me posee la luz, mis energías, atléticas se yerguen, se hacen mías sonrisa y claridad, y me agiganto. Si exiguo río soy, lluvia me llenas; si invierno fuera, incendiarás mis venas; y serás hontanar en mi aridez. Cuánto he tardado en recoger tu rosa y en abrazarme a tan vertiginosa, y a la vez tan serena desnudez.
Los Angeles, 14 de febrero de 2004
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1035 - Su rostro
Hay rostros inequívocos que vimos años atrás, y surgen de repente, recreando el pasado en el presente, como la vid renace en los racimos. Rostros vistos al paso, que eludimos, dejándolos perderse entre la gente, mas siempre vivos en el subconsciente, tenues rayos de luz que no extinguimos. Hoy uno de ellos ha resucitado con el frontal encanto del pecado que bate alas en vuelo de lujuria. Reconocí sus rasgos; a pie firme le contemplé, esta vez sin evadirme, y me besó con delicada furia.
Los Angeles, 17 de febrero de 2004

Poemas

Poesía en internet
Escribo mis palabras en el polvo, entre huellas, y brisas, y sonidos; todo es efímero, las gentes pasan, vuela fugaz el aire, y el crujido de las hojas caídas se disipa, sueño, silencio, muerte en el camino. No tengo afán de eternidad; al paso, con la premura del momento escribo. Pensé esculpir imágenes en mármol, y cincelar palabras en granito, permaneciendo en la memoria de otros cuando ya me haya ido. Pero no tengo tiempo de pulirlas, ni de parir un libro. ¿Para qué? Yacen tantos archivados en las estanterías del olvido... Sólo en el polvo escribiré mis versos, sobre la marcha, sin perder el ritmo; y seguiré, perenne vagabundo, sin saber hacia dónde me dirijo. No me importa llegar, sólo me incumbe este paso que doy, este suspiro que se pierde en el aire, esta palabra que pienso y hablo o pongo por escrito. No a quien ayer amé, ni a quien mañana me ofrezca su adhesión o su desvío; no lo que ya escribí o lo que otros labios me puedan haber dicho; sólo lo que ahora escucho, sólo lo que ahora digo. Si el viento se llevara mis palabras, estas palabras que al pasar salpico, sin que nadie las lea, nada importante nadie habrá perdido. Si alguien me sigue, si me ve o me escucha, si se inclina y observa lo que escribo, pervivirá mi verso, y en su cadencia viviré yo mismo. Si nadie lo leyere, ¿a quién le importa si fue en polvo o papel, bronce o granito?.
Los Angeles, 6 de febrero de 2004
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Con tus palabras
Cada noche, a la orilla de mi sueño, me arropo en tus palabras, esas palabras para mí tejidas con agujas de gozo y esperanza. Cada noche tu voz, manso murmullo, fluye hacia mí, reiterativa, clara, primero manantial, luego torrente, trepándome en inversa catarata. Cada noche te escucho, tendida a mi costado, desvelada, repasando semanas, días, meses, rastros de nuestra ardiente caravana. Y fuera, en el jardín, tiembla la noche, se enmaraña la lluvia en las acacias, y el viento trotamundos pretende entrar, llamando a la ventana. Todo tan cerca, la tiniebla, el ruido, el fresco aroma de la hierba, el agua, todo tan a la mano, y tú tan lejos, solo conmigo yo, con tus palabras.
Los Angeles, 10 de febrero de 2004
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Su propio nombre
Su propio nombre cada estrella tiene, en realidad dos nombres; no engendrados en lentes telescópicas, ni acumulados por el tiempo en códices. En las noches serenas, cuando duermen los ruidos y el desorden, cuando danza el misterio de los vientos sin apenas turbar la paz del roble, y deposita el mar sobre la playa suspiros que aprendió en el horizonte, si contemplan el cielo dos amantes, habrá una estrella que a los dos adopte. Anónima ya no, ya no perdida en el profundo vientre de la noche, será una estrella con destino propio a partir de ese instante, con dos nombres. Y cuando los amantes se distancian, ya en silencio o a voces, ya con sangre o claveles en el alma, siguiendo su camino de dolores, de fatiga, rencor o indiferencia, la estrella brillará entre los reproches, a pesar del olvido, del desprecio, parpadeando en morse los dos nombres unidos para siempre, aunque ninguno de ellos los evoque. Tal vez ninguno de los dos entienda este lenguaje tácito en la noche, pero se amaron, y en la estrella consta, y el universo entero lo conoce.
Los Angeles, 12 de febrero de 2004
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Momento
Es el itinerario de los sueños, por donde se camina sin motivo, ajeno a procedencia y objetivo, sólo atento a otras voces, no a sus dueños. Es el reloj que evaporó las horas, y conserva tan sólo los minutos, únicos elementos absolutos de nuestras experiencias soñadoras. Es el río que pasa y permanece, no una corriente eterna, un sólo instante, agua bohemia, fugitiva amante, que llega, y al besar, desaparece. Quizá es la vida, que se va y nos lega fragmentos para el alma y la memoria, nunca sabor de radical victoria, sólo el mínimo triunfo de la entrega. Pero sea una voz, sea una huella, un minuto, un fragmento, es la añoranza de esas breves vivencias lo que alcanza rango de eternidad, nivel de estrella. Será un momento breve o extendido, junto a ti, sin pasado, sin futuro, nuestro momento inimitable, puro, por el que se merece haber vivido.
Los Angeles, 15 de febrero de 2004
Diseño: Carmen Álvarez
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