Sonetos
1106 - La Fragua de Vulcano (Velázquez)
Al fragor del metal, a golpe y fuego,
en lento nacimiento, la armadura
va forjándose, el hierro se fractura,
moldea, lima y articula luego.
No un simple herrero en molde de labriego,
que transpira y recubre la estatura
de un luchador; Vulcano es desventura,
sin la pompa de un dios, es un dios griego.
Y es, a la vez, desventurado amante;
Venus y Marte, en lazo apasionante,
labran juntos coraza de caricias.
En el Olimpo hay risas refrenadas,
y en la fragua miradas consternadas
cuando Apolo transmite las noticias.
Los Angeles, 18 de julio de 2004
1107 - Tres de mayo (Goya)
Mayo es cada año una erupción de rosas,
sucumbiendo a la noche, adormecidas,
irguiéndose a la aurora, renacidas,
para vivir de nuevo, silenciosas.
Este mayo fatídico, las cosas
se han trastocado; un segador de vidas
ha talado las ramas florecidas,
sembrando muerte al fondo de las fosas.
Un invasor, jinete en la esperanza
del abrazo servil, mientras avanza
con saqueo y guadaña en los talones;
invasor en desprecio de bandidos
a quienes no se rinden por vencidos,
mayo de gritos, sombra, ejecuciones.
Los Angeles, 19 de julio de 2004
1108 - Los Borrachos (Velázquez)
En cada copa sobrenada un diablo,
juguetón, saltarín, extravagante,
sátiro rojo izando a una bacante
sobre el rígido astil de su venablo.
Mas no todos le ven; hay un retablo
de mil imágenes que a cada instante
puede alzarse en espira palpitante,
o reposar en placidez de establo.
En el vino se ve lo que uno quiere,
mujer, amigo, cuanto vive o muere,
grito, silencio, regocijo, llanto.
Brindemos por la risa y la aventura
con sensual, dionisíaca locura...
galante, copa y corazón levanto.
Los Angeles, 19 de julio de 2004
1109 - Rendición de Breda (Velázquez)
Enhiestas lanzas, voz de la victoria,
lanzas oblicuas, lastre del fracaso;
en fuego y humo prematuro ocaso,
la llave enlace entre baldón y gloria;
desciende, en desafío de la historia,
del desalado, montaraz pegaso,
el general Espínola, que al paso
de su rival inicia trayectoria.
La rendición se enfrenta a la hidalguía,
la mano sobre el hombro bien podría
restaurar el espíritu al vencido.
Una batalla sólo, no la guerra,
ha sido decidida en esta tierra;
al gozo de hoy, mañana el alarido.
Los Angeles, 19 de julio de 2004
1110 - Venus del Espejo (Velázquez)
Sobre el lecho, tan sola, tan ajena
al propio entorno, menos al reflejo
de tu impreciso rostro en el espejo,
libre la piel, sujeta la melena.
Tal vez la noche es cálida, serena,
o quizá la mañana es un festejo
de rumores y voces, o un cortejo
de amantes el ocaso desordena.
Tu esplendor permanece abandonado.
¿Cuándo sobrevendrá el enamorado
que dinamite esa quietud fingida?
Oh, mujer. Si el galope de las horas
te secara la piel, en tus auroras
no habrá más que el reflejo de la vida.
Los Angeles, 20 de julio de 2004
1111 - El Coloso (Goya)
Es como el Dios del Viejo Testamento,
cabalgando el corcel de la tormenta,
el pánico a su avance se acrecienta,
el ciclón es el aire de su aliento.
Anárquico hormiguero en movimiento,
gentes, carruajes, bestias, turbulenta
caravana de pueblos, harapienta,
en atropello huyendo lo violento.
Alborotado mar humano, ciego,
bajo cielo de vómitos de fuego
amagando catástrofe inminente.
La turba no razona, se abalanza,
no entiende que no hay monstruo en lontananza,
que el monstruo del terror yace en la mente.
Los Angeles, 20 de julio de 2004
1114 - Saturno(Goya)
Prodigioso ciempiés es cada hora,
que los minutos sin cesar hilvana,
hijos de ayer y padres de mañana,
día, crepúsculo, tiniebla, aurora.
Vitalidad fugaz, moldeadora
de fechas, meses, años, caravana
que en huidiza marcha se desgrana,
y el tiempo sistemático devora.
El oráculo ha hablado, taciturno,
presagiando que un hijo de Saturno
derrocará a su padre en las alturas.
El dios del tiempo, cruel, desafiante,
devorará a sus hijos, y no obstante
perecerá de muertes prematuras.
Los Angeles, 22 de julio de 2004
1115 - La carga de los Mamelucos (Goya)
Mil ochocientos ocho. Toda Francia
huele a sangre caliente; su bandera,
tibias cruzadas bajo calavera,
su emperador, corsario y arrogancia.
Dos de mayo. Feroz beligerancia.
Cargan los Mamelucos; a su espera,
la carne humana es la única barrera;
no hay flores, hay navajas, no hay distancia.
Dos mil tres. En Irak. Otro corsario
llega a ritmo de llanto funerario,
fuego y miseria nacen en su ruta;
y halla puños, no manos extendidas.
Paz y justicia yacen oprimidas
bajo las botas de la fuerza bruta.
Los Angeles, 26 de julio de 2004
1116 - Entierro del Conde de Orgaz (El Greco)
Conde de Orgaz, incienso y oraciones,
que al final de tus fechas andariegas,
bifurcas el camino, y te disgregas
en ambas, simultáneas, direcciones:
Aún no acalladas las lamentaciones,
una tumba en silencio, a que te entregas,
y un mar de fe y amor en que navegas
en la nave triunfal de tus acciones.
Se te va por las puntas de los dedos
el alma pura, libre ya de miedos,
en alas de esperanza y de promesa.
Otro mundo se te abre, diferente,
todo luz, sin misterios, y en la frente,
en unidad, la Trinidad te besa.
Los Angeles, 26 de julio de 2004
1117 - San Francisco de Asís (El Greco)
Vive a la orilla oscura, silenciosa,
de esa noche segura, prolongada,
donde la hermana muerte, anticipada,
no es amenaza, es novia jubilosa.
En su espíritu, alada mariposa,
luz y color en viva llamarada
de la hermana alegría, vinculada
a hermanos sol, alondra, lobo y rosa.
La calavera es temporal emblema,
símbolo, nada más, de la diadema
que aguarda a este gentil crucificado.
Cinco llagas le marcan, sin espinas,
y unas ansias extáticas, divinas,
de ver al primer Cristo al otro lado.
Los Angeles, 27 de julio de 2004
1118 - En otra ocasión
Hay un olor a orquídeas deslucidas
entre dos senos de mujer, y un grito
de cristales quebrados, y un maldito
resabio a terminantes despedidas.
Y amargos ríos de promesas idas,
columna de humo del fervor marchito,
la fría letra del contrato escrito,
y el erial de dos vidas distraídas.
Recobrarán los senos el aroma
de seducción, y se hablará otro idioma,
traduciéndose el grito en ronroneo.
Y los ríos, el humo y el contrato,
resurgirán en nuevo triunvirato,
pero en otra ocasión, otro deseo.
Los Angeles, 28 de julio de 2004
1120 - Bodegón (Zurbarán)
Un puñado de arcilla entre las manos
de Dios, y un soplo, y le nació la vida.
Y dijo Dios: “Es bueno”, y encendida
quedó el alma en el hombre sin hermanos.
Somos casi inmortales, tan humanos,
tan divinos también, que revestida
de arcilla nuestra mente, nunca olvida
inicios tan remotos, tan cercanos.
La criatura a creador progresa,
del barro a la cerámica, y se expresa
como su propio Creador: “Es bueno”.
Confiere formas, luces y colores,
y lágrimas en gotas de sudores...,
pero carece del temblor del trueno.
Los Angeles, 28 de julio de 2004
1121 - Joven mendigo (Murillo)
No hay soledad tan áspera, o tristeza
tan abismal como este rostro hundido
deja entrever; su gesto es el gemido
que nadie escucha donde el mundo empieza.
Está fuera del mundo; en esa pieza
sólo la tibia luz del sol le ha revestido
de entrañable calor; no ha conocido
la mano que retiene si tropieza.
Caminar incesante de mendigo
con el hambre tan sólo por amigo,
tal vez una palmada, una sonrisa.
Cómo se ha exasperado la fortuna
con quien ruega tal vez, mas no importuna,
y tiene sólo el beso de la brisa.
Los Angeles, 31 de julio de 2004
1122 - La Familia del pajarito (Murillo)
Duermen la azuela, el hacha y el martillo
sobre el banco en sudor de carpintero;
surge el padre del fondo del obrero,
la madre observa al devanar su ovillo.
La cena humea en el modesto hornillo
sobre asiento de brasas, en austero
salón-taller-cocina, y aún granero,
tan primitivo todo, tan sencillo.
Esta es la hora en que el niño es primer plano;
alza una vida frágil en la mano,
juega otra vida eufórica a los pies.
En su mano, a sus pies todas las vidas,
y la suya se irá por las heridas...;
pero hoy es juego; eso será después.
Los Angeles, 31 de julio de 2004
1123 - Muchacha y dueña (Murillo)
Pasa el galán, apuesto y descarado,
como la mano lúbrica de un sueño;
te mesmeriza su ademán risueño,
sugerencia de sexo devorado.
Como la firme reja del arado
abre surco en el campo lugareño,
va labrándote el alma, en el empeño
de madurar un día a tu costado.
No sé si, entimismada, lo adivinas
al haberle absorbido tus retinas,
extática muchacha en la ventana.
Tu cómplice camufla una sonrisa
que hoy te permite proseguir sin prisa,
como también consentirá mañana.
Los Angeles, 1 de agosto de 2004
1124 - La Anunciación (Murillo)
Se oyen alas en súbito revuelo,
como al paso de Dios; tiembla la higuera
del patio, estéril ya; y en la palmera
se despiertan los vítores y el duelo.
El arcángel Gabriel, rodilla al suelo,
plantea su mensaje; hay una espera,
nebulosa tal vez, como si hubiera
cierto estupor; también espera el cielo.
María acepta humilde la propuesta,
y de repente el cielo es una fiesta,
de luces y ángeles, de fe y misterio.
Fabricándose están ya los martillos
que a amor y sangre quebrarán los grillos
opresores del hombre en cautiverio.
Los Angeles, 1 de agosto de 2004
1125 - San Francisco de Asís (Zurbarán)
No le angustió la muerte, era su hermana,
como también lo fuera la alegria,
o hermano lobo, o hermana luz del día,
tan risueña al nacer cada mañana.
Muerte sin sombra, imagen tan humana;
tenía el alma de cristal, tenía
palabras de juglar, y las decía
con voz de brisa más que de campana.
Se rodeó de doce compañeros,
como Jesús, modestos jornaleros
para labrar los campos del Señor.
Su vida es la tarea hecha a diario,
el gozo y el amor son el salario,
y el tránsito a la luz, liberador.
Los Angeles, 1 de agosto de 2004
1126 - San Serapión (Zurbarán)
“¿Cómo el alumno eludirá el maltrato
si recibió el Maestro cruz y muerte?
Mi amarga adversidad le caerá en suerte,
y se verá a sí mismo en mi retrato.
Tú, que has comido de mi propio plato,
beberás de mi cáliz, pero advierte
que mi gracia por ti y en ti se vierte,
y hay mucho más después de lo inmediato.”
El discípulo fiel verá las huellas
tintas de sangre, y seguirá por ellas
hasta escalar su peculiar calvario.
Y al final de su trágico viaje,
se ha de salvar enfático el mensaje
aunque desaparezca el emisario.
Los Angeles, 1 de agosto de 2004
1127 - Las Meninas (Velazquez)
Dorado, fascinante cuento de hadas....
Un palacio real, una princesa,
damas de honor, la luz que se atraviesa
como eclosión de claras alboradas.
Va naciendo el retrato a pinceladas,
mientras posan los reyes; Diego expresa
su opinión en color; una sorpresa
de imprevistas, eufóricas pisadas:
El grupo de la infanta hace presencia,
y poco a poco cambia la apariencia
del retrato, embrollándose la escena.
Con los reyes ya al fondo, en el espejo,
el cuadro pertenece ahora al cortejo
juvenil y a sus aires de colmena.
Los Angeles, 3 de agosto de 2004
1132 - La Magdalena (Ribera)
Qué lejos quedan la crispada mano
prensando el vientre, atenazando el seno,
las palabras impúdicas, veneno
vertido en el oído grano a grano.
Rústico gesto, estilo cortesano,
pretendida ternura, desenfreno,
compraventa de rosas y de cieno
en mi quehacer abyecto cotidiano.
Pero eso fue en mi Torre de Magdala
años atrás. Hoy sobre mí resbala
la luz de una mirada nazarena.
Y mi carne es la bestia que, sumisa,
yace a sus pies como un soplo de brisa,
pies que un día secara mi melena.
Los Angeles, 14 de agosto de 2004
1133 - Fray Gonzalo de Illescas (Zurbarán)
La clepsidra es camino irreversible
de los latidos a la calavera,
y ésta es la puerta abierta en la frontera
que enlaza lo visible a lo invisible.
La muerte puede ser imprevisible,
pero nada más cierto; y él la espera
como cadena rota que libera,
más que como castigo ineludible.
Una carta a un amigo, suspendida
la pluma en alto, como quien olvida
la precisa expresión de un silogismo.
Y al fin, tal vez, recogerá una cita
del libro abierto, y una vez escrita,
podrá seguir en paz consigo mismo.
Los Angeles, 14 de agosto de 2004