Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Laboreo

Índice

Sonetos:
Mensaje en blanco Laboreo Primaveral invierno Allí estaré Tan alejada
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Breverías

1300
Me abrazo a las columnas que sostienen el peso de tu templo, me remonto directo hacia la ojiva; mas de pronto observo que mis dedos se entretienen en el musgo rizado, oscurecido, que a través de los años ha crecido.

1301
Sobrevivir al margen de la vida donde el destino sus desdichas vierte; saber que cuanto menos se te olvida menos acierta el alma a conocerte; temer el tiempo que cruel nos priva del gozo de partir hacia la muerte; aborrecer las rosas y los días, los colores, la luz, las melodías.

1302
No me comprendo sin amar; requiero una mano, una voz, una mirada, y tal vez unos versos y un bolero, y un desnudo apoyándose en la almohada, aunque deba partir cuando el lucero vespertino le anuncie retirada. No me comprendo sin amar; no obstante estoy amando sin tener amante.

1303
Feliz ella ajetrea la cazuela sobre la llama azul en la cocina; él, al fondo, a la mesa, en una esquina, su alma desnuda en el papel revela. Ella voltea el rostro, sonriente, él, absorto en su afán, no lo percibe; ella se acerca, y ahora él ya no escribe; ella sobre él, así, tan de repente.

1304
Cómo me pesa el alma de fatiga, tan ligero mi cuerpo, tan bravío; se me juzga feliz porque sonrío; ¿quién ve la soledad que me castiga?

1305
Soñé contigo sin estar dormido; ¡qué fantasía tan sensual y loca! Mi mano izquierda era en tu seno un nido, y mi mano derecha era tu boca.

Sonetos

1224 - Mensaje en blanco
Si recibieras un email vacío escucha el palpitar de oculta vida, acaricia su carne desvestida, presiente el rizo del escalofrío. Quizás en invisible desafío te ha llegado una rosa aún no nacida, una canción de amor adormecida, o tal vez los mil ojos del rocío. Nada va en blanco enteramente; todo tiene razón de ser, y de algún modo mensajes mudos pueden ser vibrantes. Sabe el silencio revelar a gritos mucho más que la voz y los escritos; no requieren palabras los amantes.
Los Angeles, 27 de enero de 2005
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1225 - Laboreo
Instalaré mi rostro en la angostura de tu barranco al pie de las colinas, mientras la tarde cierra las cortinas dando a la noche intimidad oscura. Eres blanda quietud, fruta madura erguida en cada seno, y me encaminas, virtuosos de flauta y mandolinas, manos y boca a rítmica aventura. Me inclinaré al cultivo de tu suelo, hendiendo en suavidad de terciopelo la reja de mi arado sobre ti. Desbordará la lluvia el surco abierto, y revitalizando tu desierto, me verteré sembrándote de mí.
Los Angeles, 28 de enero de 2005
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1226 - Primaveral invierno
Al hablarme, sofocas o amordazas tantas palabras que enunciar quisieras; si vengo en son de paz a tus riberas, ¿por qué las fortificas y acorazas? Sean tus manos íntimas tenazas, tu voz, chorro de luces que liberas, tus muslos, lúbricas enredaderas que más me estrechan cuanto más me abrazas. Qué extraño invierno: Se derrite el hielo, florecen los jacintos, y en revuelo vuelven los ánades y las cigüeñas. Desvélate, mujer, sal a la calle, que perderás este esplendor del valle si bajas la persiana y sólo sueñas.
Los Angeles, 28 de enero de 2005
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1227 - Allí estaré
Si el mar, la luna, el sol han olvidado, si los hombres, los ángeles, el cielo, perdieron sus oficios por el vuelo de la memoria, o se han bastardeado; si la luz se ha dormido en el nublado, las olas han cristalizado en hielo, ángeles y hombres han tejido un velo que les pueda enclaustrar al otro lado; si todo en derredor es anarquía como lo fuera el mundo el primer día, la sombra en gestación sobre el vacío y la mano de Dios que se retrasa, sentirás un aliento que te abrasa, soplando a tus espaldas: Es el mío.
Los Angeles, 29 de enero de 2005
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1228 - Tan alejada
Estaré más allá de los olvidos, donde el recuerdo explora redenciones, dejando atrás mi cueva de leones y la ferocidad de sus rugidos. La desmemoria adorna de descuidos su carnaval, carece de intenciones, se nutre de apatía, de omisiones, y aunque es silencio, se perfila en ruidos. El recuerdo es el trueno, el martillazo, pero viene en disfraz de fogonazo, pincelada de grácil luz callada. Yo que tanto te amé sigo espigando el temblor susurrante, el color blando, que tanto hablan de ti, tan alejada.
Los Angeles, 29 de enero de 2005
Diseño: Carmen Álvarez
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